(2015) EE.UU.
DIRECCIÓN Kenneth Branagh
GUION Chris Weitz
MÚSICA Patrick Doyle
FOTOGRAFÍA Haris Zambarloukos
REPARTO Lily James, Cate Blanchett, Richard Madden, Helena Bonham Carter
Creer en la magia


(2015) EE.UU.
DIRECCIÓN Kenneth Branagh
GUION Chris Weitz
MÚSICA Patrick Doyle
FOTOGRAFÍA Haris Zambarloukos
REPARTO Lily James, Cate Blanchett, Richard Madden, Helena Bonham Carter
(2014) EE.UU.
DIRECCIÓN Don Hall y Chris Williams
GUION Jordan Roberts, Daniel Gerson, Robert L. Baird, Paul Briggs y Joe Mateo basados en los personajes de Duncan Rouleau y Steven T. Seagle
MÚSICA Henry Jackman
Basada en los comics de Marvel, Big Hero 6 se sitúa en la original ciudad de San Fransokyo -interesante híbrido que resume las dos tradiciones que confluyen en esta película- y narra las aventuras de un joven prodigio, Hiro Hamada, que aprende a utilizar su ingenio tecnológico con la ayuda de su hermano mayor Tadashi para realizar un proyecto de microrobots que lo hará ganarse la admiración de muchos. De la historia poco más será revelado.
Quizás a muchos les resulte predecible y simple, pero como se dice, ya todas las historias han sido contadas, lo importante es cómo se cuente… y el encanto que tengan los personajes. En este sentido, Big Hero 6 definitivamente sobrepasa cualquier expectativa, pues cada uno de estos personajes se vuelven entrañables. Si alguno chirría es el villano, que no termina de ser del todo creíble: no es el malo-malísimo que estamos acostumbrados a ver, y sus motivaciones no están bien construidas. Y definitivamente la gran sorpresa es el personaje de Baymax; quién iba a decir que un personaje «sin gracia» (un robot inchable con voz mecánica y expresión mínima, que en su tamaño y bondad sabe a homenaje del vecino Totoro de Miyazaki) podía convertirse en algo más. Y es justamente ahí donde está la clave de la película: no se debe tener un poder extraordinario para ser un superhéroe, se debe tener ganas de hacer algo y con eso ya se tiene casi la batalla ganada (ahora bien, si eres un genio como estos personajes, mucho mejor).
Tal como ya nos tiene acostumbrados Disney, la carga dramática de este filme es pesada, Hiro no ha tenido una vida sencilla, y debe luchar con pérdidas terribles. Parece mucha coincidencia que los personajes de estas películas animadas sean huérfanos. Podemos poner como ejemplo reciente a Elsa y Anna de Frozen, o remontarnos a los clásicos como El Rey León; quizás sea simplemente porque momentos así en la vida son los que hacen cambiar y hacen que los personajes tengan que tomar el control y verdaderamente vencer al enemigo. Sea por los motivos que fuesen, es raro ver en este tipo de películas una familia completa.
En fin, si una película tiene la firma Disney se da por sentado que la animación va a ser excelente, y cumplirá completamente las expectativas. No solo sorprende a los niños sino al público en general. Es como si se hubiese sumado la experiencia de Pixar y Marvel y este es el resultado. Este film se suma al listado de películas de animación que hace que cada vez se le de más importancia a este género (infantil ya solo en su origen), y que “sorpresas” como Toy Story 3 -nominada a mejor película del año en los Oscars del 2011- se sientan como lo correcto.
Juan Manuel Meneses
(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN Steve McQueen
GUION John Ridley basado en el libro de Solomon Thurp
MÚSICA Hans Zimmer
FOTOGRAFÍA Sean Bobbitt
REPARTO Chiwetel Ejiofor, Lupita Nyong’o, Michael Fassbender, Brad Pitt, Benedict Cumberbatch, Paul Giamatti, Paul Dano
Basada en una historia real, 12 años de esclavitud cuenta la historia real de Salomon, un afroamericano libre, ciudadano de New York que es tomado preso y vendido como un esclavo para trabajar los campos de New Orleans en los mil ochocientos. Advierto que no es una película fácil de ver, la violencia y la tiranía del ser humano quedan expresadas de una manera tan explícita que hay pocas películas que se les pueda comparar. Seguramente se han visto un sinfín de films sobre el racismo, pero creo que pocos tan duros como este.
Es un tema fuerte y tal vez por eso el director se toma la libertad de dejarle ver todo al espectador, muy poco se deja a la imaginación. Lo que aún cuesta definir es cuál propuesta –si optar por lo explícito o por la violencia sugerida– funciona mejor con el público, cuál lo hace pensar más e incluso lo hace levantarse y tomar otra actitud al salir del cine. Quizás cuando ya se es tan gráfico cuesta identificarse con los personajes. Un espectador que la vea, si no siente al menos dolor es que no es muy humano; pero es una constante desaventura, faltan esos momentos más íntimos de cada personaje que hace que los conozcas un poco mejor y los llegues a querer realmente.
Ahora bien, algo intachable durante todo el filme son las actuaciones, realmente por más mínimas que sean son simplemente impresionantes. La nueva estrella Lupita Nyong’o roza la perfección, realmente tiene un futuro prometedor. Otro grande es Michael Fassbender, quien produce un odio feroz y a la vez tan bien hecho, genial. Y, por supuesto, el protagonista, Chiwetel Ejiofor. No por nada los tres están nominados al Oscar.
Sí se extraña un poco la compañía musical. Es cierto que están los tradicionales cantos gospel, pero faltó más, se la deja en un plano muy secundario a la música. En parte esas alabanzas eran de las pocas «armas» que se tenían en ese momento para seguir con cierta esperanza, pensar una vida más justa en el más allá.
El camino es pesado, largo, puede gustar más o menos, pero definitivamente 12 años de esclavitud consigue sacarte del momento en que estás, olvidarte de tu alrededor y recorrer todo el camino y, sobre todo, agradecer por lo que tienes.
Juan Manuel Meneses
(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN Francis Lawrence
GUION Simon Beaufoy, Michael Arndt basado en la novela de Suzanne Collins
MÚSICA James Newton Howard
FOTOGRAFÍA Jo Willems
REPARTO Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson, Donald Sutherland, Philip Seymour Hoffman, Stanley Tucci
Estamos ante la esperada segunda parte de “Los juegos del hambre”, que a los fans de la saga de libros sumó a los fans de la primera película. Después de la victoria de la 74 edición de The Hunger Games, Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) debe realizar el tour por cada uno de los distritos junto a su supuesto novio Peeta. No solamente debe demostrar que lo ama sino que debe convencer a todos, incluyendo al tirano Presidente Snow, de lo contario amenazan con matar a su familia. Y es que en esta ocasión nuestra heroína es atacada físicamente y mentalmente. Pero no revelaré más de la historia, solo diré que hay muchas sorpresas y no deja indiferente a nadie.
Pienso que pocas veces se puede ver en el cine una crítica social tan bien lograda. Y lo hace a través de una ficción pura y dura. Está de más decir que no vivimos en los doce distritos de Panem, pero sí se equipara a nuestra sociedad actual: hay mucho clasismo, quien más tiene es mejor, la ridiculez en la moda y lo estrafalario cada vez es mejor vista. Se ve claro en la escena en que se le ofrece a Peeta una bebida para que vomite y le dicen que es la única forma de vaciarse y probar todos los distintos platos.
A pesar que la historia es entretenida de principio a fin –no se nota que dura dos horas y media– la película no tendría el efecto que tiene con otro elenco. No se me ocurre una persona que pueda llevar mejor la película que Jennifer Lawrence, es impecable en todo momento, además de que ahora, con un Oscar bajo el brazo, se ha situado a otro nivel. Por no hablar de Stanley Tucci, el recientemente fallecido Phillip Seymour Hoffman, incluso la multifacética Elizabeth Banks destaca.
Otra de las cosas que brilla durante toda la película es el vestuario: la diseñadora Trish Summerville no deja que en ningún momento pase desapercibido. Por suerte durante la película se le hace referencia a través de Cinna (Lenny Kravitz) diseñador famoso de ropa, de lo contrario tendría un papel demasiado protagónico y no de acompañante del relato como debe ser.
Esta segunda parte ha tenido gran éxito de taquilla a nivel mundial, rompió records de taquilla ganándole a Twilight. Y seguramente para la tercera entrega recaudará aún más (no solo por el incremento de las entradas al cine) pues deja con ganas de más.
Juan Manuel Meneses
(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN Alan Taylor
GUION Don Payne, Robert Rodat, Christopher Yost, Christopher Markus y Stephen McFeely
MÚSICA Bryan Tyler
FOTOGRAFÍA Kramer Morgenthau
REPARTO Chris Hemsworth, Natalie Portman, Tom Hiddleston, Anthony Hopkins, Rene Russo, Kat Dennings
Normalmente las secuelas no están a la altura de las primeras partes. Pues ésta es una excepción. Es cierto que tiene muchos puntos débiles, pero es una película que entretiene de principio a fin y así cumple su objetivo, por lo que se le perdonan los huecos en la historia. No quiero sonar fácil, pero es que nuestros ojos sobreexpuestos a tanta historia audiovisual han hecho que pocas veces se salga del cine emocionado, con ganas de más. Si no sienten esa sensación desde hace mucho tiempo, recomiendo que tengan un break y vayan al cine a disfrutar de esta historia de «amor».
Es fácil que se la compare con otras películas de superhéroes de este año, como Man of Steel: ambos extraterrestres, ambos casi invencibles y ambos enamorados de una humana. Pero, sorprendentemente, Thor resulta mucho más «humano» que el Hombre de Acero, la audiencia se identifica con sus emociones, lo que vive. Además se manejan muy bien las dosis de acción y de humor; obviamente, el peso de la acción lo tienen Thor (Chris Hemsworth) y sus amigos, mientras que la comedia es insuperablemente manejada por su malvado hermano Loki (Tom Hiddleston) y la humana Darcy Lewis (Kat Dennings). Y es que llenan tan bien la pantalla que cuando no aparecen simplemente parece que algo falta.
A estas alturas resulta realmente meritorio que las escenas de acción sigan sorprendiendo. Estamos llenos de ellas y, sin embargo, en este tema se vuelve a superar a la primera entrega de esta película: vemos muchos más efectos especiales, peleas con una mejor coreografía y brillantemente ejecutadas. Incluso gracias a esto por fin vemos a una Rene Russo más protagónica (que interpreta a la madre de Thor y Loki) que seguro no dejará indiferente a nadie.
Ahora bien, a pesar del subidón no todo son alabanzas, y es que hay una infinitud de coincidencias que parecen casi esas soluciones divinas –deus ex machina– tan aborrecidas en el mundo del guion desde Aristóteles, y que en este caso, como en la tragedia griega, también son dioses. Está claro que la segunda entrega de Thor no peleará por una estatuilla dorada en las categorías más importantes, y lo más probable es que en ninguna (ni técnicas), pero seguro dejará ese «no sé qué» de querer ver más o hasta de verla en más de una ocasión y con eso, en los tiempos que corren, ya se ha ganado muchísimo.
Juan Manuel Meneses
(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN Mira Nair
GUION Ami Boghani y William Wheeler, basado en la novela de Mohsin Hamid
MÚSICA Michael Andrews
FOTOGRAFÍA Declan Quinn
REPARTO Riz Ahmed, Kate Hudson, Liev Schreiber, Kiefer Sutherland
No tengo nada en contra de las películas políticas y menos aún contra las que dejan que sea el espectador quien deba analizar la historia y sacar sus conclusiones. Ahora bien, a pesar que la trama de The Reluctant Fundamentalist parece muy interesante –un joven pakistaní muy inteligente es aceptado en Princeton, consigue un prestigioso trabajo y en la cresta de la ola ocurre el atentado del 11 de septiembre y queda de cierta forma atrapado entre los dos mundos–, no es suficiente. Hay que saber desarrollar la historia y ser coherente en todo momento, hasta el final, porque de lo contario queda una historia vacía, coja…
La película empieza en el 2011 en un café de Lahore (Pakistán), se presenta a dos personajes: Bobby, un periodista Norteamericano (Liev Schreiber) y Changez (Riz Ahmed). Ambos mantienen una conversación y a través de flashbacks se conoce la historia de Changez, y el giro que ésta dio ante un acontecimiento con el que no tuvo que ver, pero que le afectó de manera colateral en un grado insospechado.
El verdadero juego de este filme son los prejuicios que se tienen ante las personas y que depende del punto de vista que se mire una situación puede parecer una cosa o la otra. Se busca que se cuente a las personas por individual y no como una masa que piensa igual. Como espectador resulta muy sencillo identificarse con los dos puntos de vista, y «sufrir» por las injusticias con las que se llega a tratar a Changez pero a la vez se entiende, hasta cierto punto, el temor que se respiraba en esas fechas en Estados Unidos. Resulta sorprendente que esta película se haya lanzado hace apenas un año cuando se cree que el tema ya ha sido superado, quizás en la apariencia pero la discriminación se sigue respirando en el ambiente.
No pretendo levantar polémica, pero sinceramente creo que todas las personas tienen prejuicios hacia ciertos estereotipos tanto positivos como negativos, y quizás esto sea lo que la directora pretende destruir y de cierta forma enseñar las consecuencias que pueden llegar a tener esta actitud en las personas. Pero el mensaje queda un poco en el aire, y la historia inconclusa: no hay que darle todo masticado y súper procesado al espectador, pero sí al menos resolver la conversación entre estos dos antihéroes que no termina de calar en la audiencia. Lo vemos todo, pero no conseguimos observar.
Juan Manuel Meneses
(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN James Wan
GUION Chad Hayes, Carey Hayes
MÚSICA Joseph Bishara
FOTOGRAFÍA John R. Leonetti
REPARTO Vera Farmiga, Patrick Wilson, Lili Taylor, Ron Livingston
No creo que nadie se sorprenda si decimos que en los últimos años las películas del género terror están perdiendo interés entre los espectadores. Quizás se podría decir que la audiencia ya ha visto mucho y nada consigue verdaderamente asustarla; de los poco títulos que han destacado podrían ser Paranormal Activity e Insidious, y la más reciente The Purge. Cualquier “maldición” que se creía que existía con los films de este género ha quedado destruida con The Conjuring, que no solamente ha sido un éxito de taquilla, sino que realmente es una buena película más allá de su género.
La historia resulta familiar dentro del género: familia numerosa se muda a una casa antigua, descubren que había un sótano con artículos de antaño y luego comienzan a ocurrir actos sobrenaturales relacionados con el pasado de la casa. Sin olvidar el ya tan utilizado recurso de “basada en hechos reales”, en este caso los expedientes del matrimonio de demonólogos católicos Ed y Lorraine Warren. Ahora bien, creo que no habíamos visto una película como ésta en bastante tiempo, y es que juega con el misterio de una forma magistral. A diferencia de lo que estamos acostumbrados no se muestra casi nada, recuerda a Alien (1979), que guarda ese misterio ya que en gran parte de la película no vemos aquello a lo que los personajes se están enfrentando.
Se emplean muchos minutos del principio de la película en contarnos sobre los personajes, los detalles de su día cuando van al colegio, lo que cenan, y cómo y qué se jugaba en esa época (los setentas) sin tanta tecnología. Aunque precedidos de una prólogo inquietante –por no decir estremecedor–, esos minutos de cotidianeidad son necesarios para que lo demás funcione: no es ninguna novedad decir que se sufre más si sentimos que conocemos a los personajes de la historia. Es más, el que haya tantos personajes facilita que el espectador se identifique con alguno: el escéptico, el que cree, al que le da igual, el indefenso.
Los hechos reales están relacionados con personas católicas, que enfrentaron el caso como un exorcismo. En este sentido no pretende ser una película religiosa ni similar, pero sí hace pensar si realmente existe un más allá y la importancia de proteger a los que uno más quiere incluso de cosas en las que no se cree. Es interesante ver los puntos de vista de los demonólogos creyentes y la familia víctima, ni católicos ni practicantes, pero todos afectados por los mismos hechos.
No quiero dejar pasar la puesta en escena, el vestuario, la ambientación de la época en la que se basa, en general lo cuidado que ha sido la cinta. Incluso los zooms, algunos movimientos de cámara y montajes están muy bien encajados, escenas que de haber sido ejecutadas de otra forma no hubiesen tenido ese efecto de tensión que producen.
Los temerosos (como yo) la disfrutarán: la historia cobra tanta importancia que los saltos o momentos de tensión se pasan amenamente. Es más, hace algún tiempo ya que no sentía que toda una sala de cine estaba pasando las mismas emociones que uno, todos juntos aguantando la respiración, y eso siempre vale la pena experimentarlo.
Juan Manuel Meneses
(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN Y GUION Brian Helgeland
MÚSICA Mark Isham
FOTOGRAFÍA Don Burgess
REPARTO Chadwick Boseman, Harrison Ford, Nicole Beharie, Christopher Meloni
Casi todos los años se estrenan películas en contra del racismo. Me atrevería a decir incluso que este año los premios de la Academia van a estar llenos de estas historias con títulos como The Butler o 12 Years a Slave. Pienso sinceramente que es muy bueno ver estas películas, nos recuerdan mucho de la historia y usualmente al salir del cine tenemos esa sensación de “yo también puede ayudar en el cambio”.
Ahora bien, no todas son un éxito, es más, pocas nos dan una visión nueva sobre este tema como fue el caso del exitoso film The Help. Sin embargo, 42 se suma a esta lista de películas que cuentan con un nuevo punto de vista, en este caso la historia de Jackie Robinson, el primer jugador afroamericano de béisbol. No hace falta contar más para que imaginarse que se trata de una película llena de clichés, y así es, lo que no quiere decir que no se disfrute.
Desde el primer minuto en que vemos los primeros maltratos, o la forma en que los blancos pensaban, enseguida se genera una gran empatía hacia Robinson y desde ese momento no hay vuelta atrás, el espectador se va a quedar hasta el final porque tiene ese deseo de verlo triunfar.
Ahora bien, cinematográficamente hablando -y a pesar de contar con muchas caras conocidas- parecería que estamos ante una TV Movie y no una producción para una sala de cine: los planos, movimientos de cámara… Hay que destacar la actuación de Harrison Ford en el papel de Branco Rickley, simplemente genial, incluso me atrevería a decir que huele a Oscar.
Por suerte, el film no pretende resumir una vida entera en dos horas como muchas películas biográficas intentan; es más, solo cuenta los primeros años de carrera de Robinson y consigue mezclar drama, comedia y béisbol sin ser excesiva en ninguno de los casos, solo cuenta la historia como pasó. Si uno es amante del deporte seguro que disfrutará, la ventaja es que no debes serlo para que resulte entretenida.
Juan Manuel Meneses
(2012) EE.UU.
DIRECCIÓN Robert Redford
GUION Lem Dobbs basado en la novela de Neil Gordon
MÚSICA Cliff Martínez
FOTOGRAFÍA Adriano Goldman
REPARTO Robert Redford, Shia LaBeouf, Susan Sarandon, Julie Christie, Terrence Howard, Stanley Tucci, Nick Nolte, Chris Cooper, Richard Jenkins, Brendan Gleeson
Robert Redford dirige esta película en la línea de denuncia social y política que lo caracteriza. Redford interpreta a un integrante de un grupo revolucionario que ha estado llevando durante treinta años una vida tranquila de anonimato, un joven periodista (Shia LaBeouf) descubre su secreto y es ahí donde Redford recurre a sus «viejos amigos», ¿pero realmente podrá confiar en ellos?
La forma en la que se vende un producto debe estar muy bien cuidada, ya que el consumidor (que siempre tiene la razón) no espera menos de dicho producto, si una de las cualidades que decía cumplir no las provee no importa cuántos nuevos servicios posea, simplemente el consumidor de primeras ya le desagrada el producto. Esto es lo que ha ocurrido con The Company You Keep. En todos los trailers, entrevistas, se vende un thriller con toques de suspense. Lo que se ofrece es otra cosa, ¿mala? No lo creo, simplemente diferente.
Robert Redford vuelve a la dirección y esta vez acompañado con un elenco impresionante, nombres como Susan Sarandon, Nick Nolte, Julie Christie o Chris Cooper hasta el joven protagonista Shia LaBeouf, cada uno -menos el último mencionado- nos ofrecen momentos y escenas increíbles, con mucha fuerza, sin embargo son simplemente momentos, aparecen caras conocidas como en cápsulas, pero no se les saca el partido que se podría y no se termina de conseguir una buena armonía. En momentos no se presentan los suficientes giros para que los personajes piensen como lo hacen o cambien sus ideales y no es que resulte pobre, es que simplemente son demasiados personajes y no del todo bien guiados: después de treinta años es difícil creer que las personas cambien, si no es que es imposible.
A pesar de ser una película con una gran carga política el espectador consigue centrase en los personajes y sus historias, siempre es bueno observar y conocer casos particulares porque todo el mundo sabe lo que ocurrió con el Titanic, pero nadie lloraría si no fuese por Rose y Jack. Ahora bien en este caso Redford no va a conseguir que la gente salga a las calles y sean unos revolucionarios, pero al menos va a conseguir el disfrute del espectador y las personas se sentirán identificadas, quizás refuercen su forma de pensar.
Si se ofrece un thriller entiendo que resulte lenta, si se sabe que es un film donde lo importante es el diálogo resulta brillante. Estoy seguro que una vez que se le coge el ritmo resultará bastante placentera, y se la disfrutará. Como todo filme de Redford, la lección de vida va implícita y en este caso el mensaje de la importancia de la verdad -con periodista convencido, de esos que quedan pocos- entra de lleno.
Juan Manuel Meneses
(2012) EE.UU.
DIRECCIÓN Stephen Chbosky
GUION Stephen Chbosky basado en su libro
MÚSICA Michael Brook
FOTOGRAFÍA Andrew Dunn
REPARTO Logan Lerman, Emma Watson, Ezra Miller, Kate Walsh
A veces las grandes películas resultan ser las producciones épicas con gran presupuesto, o aquellas que tienen un guion complicadísimo. En cambio, hay películas que parecen ser muy sencillas y un tanto trilladas, por ejemplo: jóvenes que no encajan en la secundaria deben sobrevivir sin dejar de ser ellos mismos. Y aunque esa es la premisa de The Perks of Being a Wallflower, reducirla a eso sería muy pobre.
Pocas veces se puede ver tan claro que una película en su conjunto se parezca tanto a su personaje principal. Charlie es un adolescente callado, un tanto introvertido, se cree invisible (un “wallflower”), pero guarda un pasado intrigante, un presente que sorprende, y un futuro triunfante. Y así mismo es este filme. El trío que forman Charlie y los amigos que hace, Patrick y Sam, resulta fabuloso: Sam, la chica alocada que no se valora; Patrick, hermanastro de Sam, un chico extrovertido, seguro de sí mismo a pesar que su apodo sea “Nothing”; y Charlie, el joven que empieza a vivir una vez que los conoce.
El ambiente familiar de Charlie aporta mucho a la película, una familia católica con unos padres preocupados, que cenaban juntos y compartían las vivencias del día. Una hija guapa y popular con un novio imbécil, y un hermano mayor que ya está en la universidad y no vive en casa, pero todos se llevan bien y la relación entre hermanos es bastante unida. Se sabe también que existió una tía con una vida tormentosa que era la persona favorita de Charlie, un personaje pequeño pero fundamental en la historia. El tema de la religión es recurrente: una chica del grupo de “Misfits” es budista, por ejemplo, y la familia de Charlie católica pero sin estereotipos, muy humana. Resulta impactante la escena en la que están en misa y cuando Charlie va a comulgar hay un corte a Charlie en la fiesta de fin de año y tomando una pastilla alucinógena. Como si intentara decir que no se puede ser perfecto, pero se intenta.
La actuación de Ezra Miller como Patrick es insuperable: pasa de ser el gracioso a una persona dolida, que a pesar de todo lo que le ocurre intenta sonreír; Emma Watson enamora a cualquiera que vea la película, y es que el reparto completo hace grandes papeles que le añaden un gran realismo al largometraje. Es más resulta extraño que en The Perks… se cuentan cosas, o se muestran características de los personajes que no añaden o influyen la historia, simplemente te lo cuentan como algo extra, y funciona, ayuda a sentir empatía con los personajes. Es como la vida misma.
No es muy fácil darse cuenta que la historia no acontece en el tiempo actual, es más el espectador podría no notarlo, salvo que no existen redes sociales, no hay teléfonos celulares, y menos ipods… es más, los cassettes juegan un papel muy importante en la trama. No hay Shazam y tenían que buscar cómo se llamaban las canciones y eso podía tardar mucho tiempo… Quizás por eso es una película que superará la barrera del tiempo, pues no se encasilla en ninguna época. La gente conocía de las personas sólo lo que ellas permitían o compartían, se llamaban a la casa y le sacaban mucho más provecho al tiempo que pasaban juntos.
Estamos, pues, ante una película que ayuda a ver que sin importar lo complicado que ha sido el pasado, siempre se puede cambiar y mejorar, pues el pasado no te define. Y hay que tener un poco de confianza en las personas y en las ideas propias, el mejor caso con el que se explica esto es que Charlie al principio conoce las respuestas a las preguntas del profesor de inglés pero no contesta, luego a pesar de que quizás sus compañeros se burlen de él levanta la mano y es sincero, se acepta tal y como es. Lo único que uno necesita es tener amigos.
Juan Manuel Meneses