Life of Pi

(2012) EE.UU.
DIRECCIÓN Ang Lee
GUION David Magee basado en la novela de Yann Martel
MÚSICA Mychael Danna
FOTOGRAFÍA Claudio Miranda
REPARTO Suraj Sharma, Irrfan Khan, Rafe Spall, Gérard Depardieu

Una historia para creer

El proyecto de adaptar al cine una galardonada novela que buscaba ser principalmente una reflexión a partir del naufragio de un niño y un tigre de bengala, era más que ambicioso. Sin embargo, donde otros pudieron ver un insensato riesgo, el talentoso Ang Lee (Crouching Tiger, Hidden Dragon; Brokeback Mountain) vio su oportunidad para contar esta bella historia que habla sobre el poder de las historias.

Pi –personaje de singular nombre, aun proviniendo de la India– cuenta a un escritor la historia de su “aventura maravillosa”: cómo siendo un adolescente naufragó con su familia –y el zoológico que transportaban– y sobrevivió en la única compañía de un tigre de bengala. Entre Big Fish –por lo fantástico del relato y la dudosa credibilidad de su narrador– y Slumdog Millionaire –niño de la India que cuenta su pasado–, la película es básicamente una historia de naufragio a partir de la cual se construye una interesante parábola.

El director taiwanés decidió, además, estrenarse en el uso del 3D con un resultado bastante bueno sin ser imprescindible. Muchas de las escenas son contemplativas, y lo estético tiene una importante carga. Aunque quizá el gran reto para Lee fueron sus protagonistas: el novato Suraj Sharma –típico caso de acompañé a mi hermano al casting y se quedaron conmigo– y el fabuloso tigre (en realidad grabaron con cuatro) que daría vida al representativo felino con el nombre de Richard Parker, uno de los animales que más ha transmitido en pantalla en la historia del cine, a pesar de que –o, más bien, justo por eso– en ningún momento deja de ser un peligroso tigre, como se nos recuerda en la película (nada de amistad ñoña entre niño y fiera, esto es mucho más profundo). Mención aparte merece la música de Mychael Danna, una de las 11 nominaciones a los Oscars de la película.

Volviendo al título, Pi cuenta cómo en su infancia se sentía tanto hindú como católico y musulmán. Su relación con Dios queda, de este modo tan particular, muy patente desde el inicio de la película. Y su historia se nos presenta, sin ambages, como una que “hará creer en Dios”. Con secuencias intensas como la del naufragio y desgarradoras como la de la segunda tormenta, el resultado es ciertamente bello e invita a reflexionar de la manera más hermosa y eficaz que el ser humano ha encontrado hasta ahora: contando una historia.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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Gangster Squad

(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN Ruben Fleischer
GUION Will Beall
MÚSICA Steve Jablonsky
FOTOGRAFÍA Dion Beebe
REPARTO Sean Penn, Ryan Gosling, Emma Stone, Josh Brolin, Nick Nolte

Una de gángsters

Siempre que en una película se dramatiza a un personaje histórico real, esta gana realismo y llama la atención del espectador. Sin embargo en Gangster Squad –basada en una historia real, donde Sean Penn interpreta al histórico mafioso de los 1940’s Mickey Cohen– esto no sucede del todo. Y es que el género de la película no termina de definirse; no es un drama, pero tampoco termina siendo humor negro, se queda un tanto en el aire, y eso es lo que hace que pierda fuerza, ya que al espectador no le queda claro qué está viendo.

Quizá la película le queda un poco grande al director Ruben Fleischer, que su estilo va más bien con films como Zoombieland, pues en este caso no termina de conseguirlo. Lo que salva el filme es la participación de grandes actores como el ya mencionado Sean Penn. Con un muy buen maquillaje para asimilarse al Cohen real, un tono de voz grave, y una actitud muy gansgteril, produce en el espectador temor y respeto; se puede entender cómo tenía comprado a toda la sociedad, incluida la policía. Además, la pareja que hacen en pantalla Ryan Gosling y Emma Stone es estupenda; y no es la primera vez juntos, basta recordar Crazy, Stupid, Love para constatar que estos actores saben manejar tanto un drama como una comedia.

Por momentos parece que el vestuario gana demasiado protagonismo. Si se pretendía eso, muy bien conseguido, pero no siempre es lo más recomendable: la dirección artística debe acompañar al filme, mas no llamar la atención por sí misma hasta el punto de que distraiga de la trama. La estética del mundo gángster hace que por momentos parezca que se está viendo una película basada en un cómic –me recordó el estilo de Watchmen– y eso sirve muy bien para el género de esa película, pero en este caso le quita realismo a la historia de Cohen. A esta estética se suma toda la violencia gratuita que ofrece la película, y a la vez muy bien cuidada. La sangre, por ejemplo, explota con una “perfección” tal que no es real. Estamos acostumbrados a ver esto, en películas de Quentin Tarantino o de Nicolas Winding Refn, pero aquí simplemente no termina de funcionar.

Es una película entretenida, pero de la que uno esperaría más. Es uno de esos casos en los que una película tiene todo para triunfar –grandes actores, papeles emblemáticos, gran cuidado por lo visual– pero al final no se sabe qué ocurre y simplemente no se convierte en el éxito que pudo llegar a ser. Incluso el convencionalísimo póster parece presagiar algo de eso.

Juan Manuel Meneses

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Los Miserables

(2012) EE.UU.
DIRECCIÓN Tom Hooper
GUION William Nicholson, Alain Boublil, Claude-Michel Schönberg
MÚSICA Claude-Michel Schönberg, Herbert Kretzmer
FOTOGRAFÍA Danny Cohen
REPARTO Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Amanda Seyfried, Eddie Redmayne, Samantha Barks, Sacha Baron Cohen, Helena Bonham Carter

Cantando emociones

Un clásico de la literatura universal (la novela de Víctor Hugo), un referente del entretenimiento contemporáneo (el musical), y ahora una bella adaptación cinematográfica. Les Misèrables. Francia, principios del siglo XIX. Jean Valjean, preso por haber robado un pedazo de pan, recibe su libertad condicional de manos del policía Javert. Al romperla en busca de una vida mejor, Valjean llegará a ser alcalde. Apiadado del infortunio de Fantine, una ex empleada suya que se ha visto obligada a prostituirse en la miseria, promete cuidar de la hija de ésta con quien huye mientras Javert le pisa los talones. Años después, en pleno París revolucionario, Cosette –la hija de Fantine– se ha enamorado de Marius, un joven estudiante, mientras el destino toca a la puerta de su padre adoptivo en forma del incansable Javert.

Decía San Agustín que el que canta reza dos veces (el que reza cantando, se entiende). Algo así podría decirse de esta esperada adaptación. No porque recen –que también– sino porque esta película tiene el gran don de potenciar las emociones al doble –o más– a través de sus canciones. Y no se trata de canciones ordinarias, sino de las que forman parte de uno de los musicales más conocidos y queridos. Es por eso que el público puede fácilmente dividirse en los que lo conocían y los que no, y es por eso que no se deja de cantar un solo momento: porque no había una sola canción descartable para los familiarizados con el musical (bueno, sí, una, y de hecho la descartaron solo conservando una línea: al que lo adivine, un punto extra). Y súmese la nueva canción (requisito de todo musical llevado al cine), la preciosa “Suddenly” interpretada por Hugh Jackman.

Fueron los propios productores del musical los que tuvieron la iniciativa de llevarlo a la gran pantalla. Y se nota. Estamos ante una fiel adaptación del espectáculo, con homenajes incluidos como la postura de Enjolras al morir o la aparición de Colm Wilkinson –quien interpretara a Jean Valjean en la versión más popular del musical– en el papel del obispo que ayuda al protagonista a rehacer su vida. Sin embargo, esto no es teatro filmado ni mucho menos. Tom Hooper (ganador del Oscar por El discurso del rey [2010], no lo olvidemos) sabe aportar cinematográficamente a la historia y la música con toques como una inestable cámara al hombro, los constantes primeros planos –quizá demasiado constantes– y las espectaculares secuencias del arranque y de los saltos en el tiempo.

El reparto tenía la gran responsabilidad de cristalizar las canciones que muchos han interpretado en el escenario. Y cumplen a su manera, guiados por un director que decidió subrayar el sentimiento en cada canción (de ahí también los planos tan cerrados). Hugh Jackman, proveniente del teatro musical, consigue dejar de lado a Wolverine para entregar un Valjean bastante sentido. El Javert de Russell Crowe, más bien contenido, deja muy claro su rol con un tono grave. No hay palabras para Anne Hathaway que con un plano –y qué plano– se hizo acreedora al Oscar. Cosette, Marius y Eponine son interpretados por actores menos conocidos y que cantan mejor (claramente elegidos por eso). Menos acertados resultan los papeles cómicos de los Thénardier, pues Sacha Baron Cohen –más eficaz en otro tipo de humor– y Helena Bonham Carter no explotan el carácter festivo de sus personajes, quedándose más en el lado mezquino (sin que sean tampoco grandes cantantes).

El resultado, en fin, es una adaptación que se sostiene por sí misma. Demasiado cantada y larga para algunos, poco profunda para otros –ciertamente los personajes son de una pieza, único modo de sostenerlos canción tras canción con un ritmo intenso de acontecimientos en pantalla–, pero, desde luego, más que disfrutable. Al parecer, las canciones y el cine no han depurado a esta bella historia de esos elementos –la esperanza, la Providencia, la oración, el perdón, la caridad, el amor y la libertad­– que le han dado un atractivo dramático universal y atemporal.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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Django Unchained

(2012) EE.UU.
DIRECCIÓN y GUION Quentin Tarantino
FOTOGRAFÍA Robert Richardson
REPARTO Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio, Samuel L. Jackson, Kerry Washington

Sigfrido negro y con mucho estilo

Un spaghetti-western de Quentin Tarantino sonaba como una idea más que atractiva (y prometida). El icónico director había tomado distintos elementos de este subgénero y, como dice él, ya era hora de que hiciera el suyo propio. Para ello toma prestado el título y el espíritu de un clásico del género (Django, Sergio Corbucci, 1966) con cameo del prota incluido, convirtiendo al protagonista en un esclavo negro liberado que busca venganza, en una revisión de la historia como la que hiciera con los nazis en Inglourious Basterds (2009).

Django (la “D” es silenciosa) es un esclavo en el Estados Unidos pre-guerra civil. Es liberado por un cazarrecompensas alemán con unas ideas sobre la esclavitud bastante novedosas para la época (el sorprendente Christoph Waltz una vez más con Tarantino) para que le ayude a identificar a un trío de prófugos. La buena mancuerna que hacen los llevará a aliarse en ese oficio mientras avanzan hacia el sur para liberar –como hiciera Sigfrido– a  la esposa de Django (Kerry Washington) del malvado esclavista Calvin Candie (Leonardo DiCaprio).

Tarantino ha marcado todo un estilo por muchas cosas, y todas ellas están presentes en Django Unchained: un estilo cool –a pesar de que la película sea de época–, un humor mordaz, arteros saltos en el tiempo, una banda sonora atrevida y alucinante (que incluye atractivos temas del spaghetti, como los de Luis Bacalov y Ennio Morricone, y un tarantiniano etcétera, como el mix de los ya fallecidos James Brown y el rapero 2Pac que musicaliza una secuencia antológica). Y, por supuesto, la particular violencia de Tarantino, que en este caso tiene mucho de dónde explotar: los abusos de la esclavitud, el oficio de cazarrecompensas y las “mandingo fights”, peleas a muerte entre esclavos para entretener a los blancos cual gallos de pelea.

Todo esto dicho, Tarantino no revoluciona el cine (como ya hizo con Pulp Fiction, todo sea dicho), ni siquiera alcanza la altura de anteriores trabajos (las nominaciones del Oscar a Mejor Película y Mejor Guion Original quizá son demasiado entusiastas). A Django Unchained le sobra casi una hora y tiene un desenlace bastante flojo. Jamie Foxx hace un Django bastante contenido y serio, más realista, pero realismo no es la palabra que define el cine de Tarantino; así, queda un poco gris y opacado por el resto, especialmente por Christoph Waltz para quien Tarantino ha escrito el papel del dicharachero Dr. King Shultz y sus monólogos son tan geniales como constantes. A DiCaprio le sienta muy bien el papel de cruel esclavista sin fisuras, tanto como a su brazo derecho, un odioso y divertido Samuel L. Jackson en la piel del esclavo a cargo de otros esclavos.

Por último, Tarantino clava su ensangrentado ojo en un tema tan terrible como fueron –son- los horrores de la esclavitud. Y ahí explota su habitual violencia irreal y exagerada. Solo que ahora sabemos que eso fue muy real, o peor. Entre la denuncia y la irreverencia, sí termina por quedarnos claro quién es nuestro héroe: ese que defiende el amor (pocos personajes en el cine de hoy tienen tan claro el concepto “matrimonio” como este Django de Tarantino) y, por supuesto, la libertad. Aunque para comprarla tenga que matar sangrientamente hasta al apuntador.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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Jagten (La caza)

(2012) Dinamarca
DIRECCIÓN Thomas Vinterberg
GUION Thomas Vinterberg, Tobias Lindholm
MÚSICA Nicolaj Egelund
FOTOGRAFÍA Charlotte Bruus Christensen
REPARTO Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Annika Wedderkopp

Linchamiento de nuestro tiempo

Thomas Vinterberg y Lars Von Trier son los cineastas daneses que en 1995 firmaron el manifiesto de un movimiento que llamaron “Dogma 95”, en el cual se proponían hacer un cine “más directo”, sin luz artificial ni efectos, con la cámara al hombro, en locaciones reales y sin la firma del director. Pocas fueron las películas que se hicieron siguiendo sus estrictas reglas –de las que quizá La celebración (1998) de Vinterberg fue la mejor, mucho mejor que la descerebrada Los idiotas (1998) de Lars Von Trier, desde luego–, pero sin duda anunciaban gran talento, como después ha demostrado varias veces Von Trier (Bailando en la oscuridad, Dogville, Melancolía) y, a veces también, Vinterberg. Con Jagten (La caza), este último cineasta ha llegado muy alto.

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Lucas es un profesor divorciado que trabaja en el jardín de niños de un pequeño pueblo danés. Vive tranquilamente entre su trabajo, su afición a cazar con los amigos y la espera por obtener la custodia de su hijo adolescente. Una pequeña mentira de una niña de cinco años, que cae en el terreno de un tema sensibilísimo hoy –el abuso sexual de menores–, desencadena una serie de acontecimientos que van a cambiar la vida de Lucas. Pues ya se sabe, pueblo chico, infierno grande.

Ya lejos estéticamente de su época del manifiesto, Vinterberg –quien también es coautor del guion– dirige con sobria maestría esta historia. Pues todo (la música, el montaje, la bella fotografía) está al servicio, como debe ser, de la atrapante historia. Nos convertimos en silenciosos testigos de una terrible injusticia, sin que sepamos cómo reaccionaríamos nosotros, a la vez que nos hacemos conscientes del grado de sensibilidad al que hemos llegado con este tema, y los riesgos que eso implica.

THE HUNT. Mads Mikkelsen and Lasse Fogelstrøm

Siguiendo la absorbente cadena de acontecimientos, sin una pizca de melodrama, simplemente los hechos, vemos cómo la rueda gira como en una tragedia griega aplastando lentamente al protagonista, interpretado por Mads Mikkelsen (quien merecidamente se llevó el premio a mejor actor en el Festival de Cannes por esta película). El guion explota de maravilla ese contraste entre la visión de los niños –con una muy pequeña actriz que hace su papel  escalofriantemente bien–, su inocencia, buena voluntad y gran ingenuidad, lógicamente, ante lo que pueden ocasionar; y la visión de los adultos, constreñida –lógicamente, también- por una serie de resortes que, ante ciertos temas, pueden saltar desproporcionadamente. Una inofensiva chispa que puede incendiar todo un bosque, destruir una vida, marcar a toda una sociedad, como vemos en los distintos personajes, tan bien construidos, como el hijo del protagonista, o sus mejores amigos, uno de ellos padre de la niña en cuestión…

A pesar de lo que uno esperaría, Vinterberg no se recrea en la fatalidad de su historia, aunque a veces se acerque a hacerlo. Incluso podría quedarse corto, tomando en cuenta el desenlace. El acertado título, con todo el simbolismo que incluye en la misma afición del protagonista, es la mejor descripción de lo que aquí vemos. La caza de un hombre por una serie de acontecimientos y suposiciones, terribles para todos, pero en los que quien menos culpa tiene, como el venado que huye, es él mismo.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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El Hobbit: Un viaje inesperado

(2012) EE.UU., Nueva Zelanda
DIRECCIÓN Peter Jackson
GUION Peter Jackson, Fran Walsh, Philippa Boyens, Guillermo del Toro basado en el libro de J.R.R. Tolkien
MÚSICA Howard Shore
FOTOGRAFÍA Andrew Lesnie
REPARTO Jason Segel, Amy Adams, Chris Cooper

Un viaje predecible… y espectacular

Empezando por lo obvio (a veces es bueno recordarlo), todo el que ve (o escribe, en este caso) sobre El Hobbit, necesariamente tiene en la cabeza la trilogía de El Señor de los Anillos con la que Peter Jackson marcó un auténtico hito cinematográfico. No han pasado muchos años desde de la última entrega de aquella trilogía, y varios personajes vuelven a aparecer en esta nueva, trilogía también (porque sí, es bien conocido y discutido que estamos ante otra trilogía, aunque esta vez la fuente sea un solo libro y no tres). Peter Jackson recoge la espuma de su gran obra y su nuevo éxito se debe mayormente al recuerdo que producen en los espectadores apariciones tan entrañables como la de Gollum.

Y así, la comparación con El Señor de los Anillos es inevitable. Y demoledora. No por la parte visual –que resulta impecable– ni por el pausado arranque de la aventura, ya que esas características sí comparten. En El Hobbit la historia es lineal, nada nueva, no hay esa emoción o sorpresa. Es más, resulta incluso infantil por momentos. Es cierto que se centra mucho más en los detalles, pero resulta excesivo, pues al final se acaba la película y parece que no ha pasado nada, ninguna de las diferentes historias se termina resolviendo (cosa normal al ser tres películas sobre un libro, pero se pierde un poco la fuerza de la película como unidad).

No quiero sonar fatalista y decir que esta esperada película no merece verse. Tan solo quiero advertir que no estamos ante una obra maestra. Es un film de aventuras, que entretiene, con muchas escenas espectaculares desde el punto de vista artístico. La puesta en escena y el vestuario resultan verdaderamente impecables, de lo mejor que se ha visto en este último año. En esos detalles se puede apreciar la pasión que siente Jackson por la Tierra Media de los libros de J.R.R. Tolkien. Esos detalles también se intentaron mostrar en la historia, pero resultan pesados, hacen la historia muy lenta, y acercan al espectador al aburrimiento, sobre todo porque no aportan mucho a la trama.

Ahora bien, El Hobbit consigue profundizar en algunos personajes ya conocidos como es el caso de Gandalf, a quien se le humaniza mucho más. Así, se pueden entender mejor sus acciones, su forma de ser y de pensar, lo cual lo enriquece también de cara a las películas anteriores. Qué decir de Gollum, un personaje único, irrepetible. Volverlo a ver en acción resulta fabuloso. Esa escena en particular está muy bien trabajada, con un diálogo inmejorable, cargado de tensión, que produce angustia e incluso temor.

Merece mención la grandiosa banda sonora, con la que repite Howard Shore, que acompaña al espectador en todo momento y acentúa las emociones que transmite cada una de las escenas. Incluso en algunos momentos los personajes cantan, con lo que podría parecer que se cae en lo ñoño; pero no, le da un valor agregado a la escena y ayuda a humanizar a los personajes e identificarse más con la historia.

Es una película, hablando claro, que quizá no cumple las expectativas (quizá de las más altas en la historia del cine reciente, todo sea dicho). Sin embargo, es una película que se disfruta mucho. Y es que entretiene, a pesar de que por momentos parezca un poco infantil. Pues, aunque el viaje no sea en primera clase, ¿quién no está dispuesto a viajar de nuevo con Peter Jackson a la Tierra Media?

Juan Manuel Meneses

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Los Muppets

(2011) EE.UU.
DIRECCIÓN James Bobin
GUION Jason Segel, Nicholas Stoller
MÚSICA Christophe Beck
FOTOGRAFÍA Don Burgess
REPARTO Jason Segel, Amy Adams, Chris Cooper

Un último show

Los Muppets (esos divertidos títeres creados por Jim Henson, en España conocidos como “Teleñecos”) se volvieron parte de la vida de muchos niños estadounidenses y de todo el mundo gracias a su famoso programa de televisión y sus varias películas, por no mencionar todo el merchandising de muñecos, parques de atracciones, etc. Aprovechando esa fama, y el hecho de que los Muppets ya pertenecen a otra generación, esta última película se basa en la nostalgia de aquellos que admiraron a los Muppets en su día, a la vez que resulta muy atractiva y entretenida para el público actual, conozca o no a los simpáticos títeres.

Walter y Gary son dos hermanos que se llevan de maravilla, a pesar de que Walter es un muñeco de fieltro. Ambos son fanáticos de los Muppets y viajan a Los Ángeles para conocer los “Muppet Studios”, acompañados por la novia de Gary, Mary. Ahí se enteran de que un malvado empresario de sugerente nombre, Tex Richman, va a destruir el mítico estudio de los Muppets para extraer petróleo de ahí. La única manera de detenerlo es que los Muppets consigan diez millones de dólares, por lo que Walter y Gary deberán convencer a Kermit The Frog (la Rana René en Latinoamérica, la Rana Gustavo en España) y al resto de los Muppets a unirse de nuevo para hacer un último show.

Al carisma de los Muppets se une Jason Segel (Marshall en How I Met Your Mother), quien también escribe el guion junto con Nicholas Stoller, responsable de las últimas comedias de Jim Carrey. Esto da una idea de por dónde va el humor, muy acorde con el tono juguetón de los Muppets, que resulta en una película muy divertida, con un humor muy actual sin caer nunca en la zafiedad. Lo mismo por los demás actores de carne y hueso: la simpática Amy Adams como la novia de Gary y Chris Cooper en el papel del villano, que incluso canta rap y baila sobre la mesa. Además de los cameos de Jack Black, Alan Arkin, Emily Blunt, Whoopi Goldberg y rostros “frescos” como Selena Gomez, Rico Rodriguez (Modern Family), Jim Parsons (The Big Bang Theory) y actores de How I Met Your Mother, de las películas de Hangover, etc.

Destaca, pues, el agradable humor –con varias bromas sobre la propia película, como menciones al presupuesto o cuando sugieren reunir al resto de Muppets usando una secuencia de montaje para ahorrar tiempo– y las bien llevadas dos tramas: los Muppets que intentan salvar su estudio y el conflicto de Walter y Gary que tienen que decidir qué vida llevar, plasmado en la maravillosa canción (ganadora del Oscar, por cierto) Man or Muppet? Las canciones, ya que estamos, son de lo mejor, desde las originales hasta las ochenteras (por aquello de la nostalgia que decíamos) incluyendo el clásico Muppet “Rainbow Connection” (que Kermit The Frog cantara en un pantano en su primera película, allá por 1979) y su autoparodia, hasta una versión de “Smells Like Teen Spirit” de Nirvana interpretada a capella por un cuarteto de barbería (de Muppets, por supuesto).

En fin, una más que entretenida película, que también llega al corazón e incluye muchos mensajes como la autoconfianza y el creer en uno mismo o la importancia de la amistad. Más de uno podrá llorar al ver a sus queridos Muppets reunidos de nuevo y otros podrán asombrarse de cuánta vida les queda aún a estos títeres (y de la gran expresividad que puede tener un muñeco de fieltro).

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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