Los juegos del hambre

(2012) EE.UU.
DIRECCIÓN Gary Ross
GUION Gary Ross, Suzanne Collins, Billy Ray basado en la novela de Suzanne Collins
MÚSICA James Newton Howard
FOTOGRAFÍA Tom Stern
REPARTO Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson, Donald Sutherland, Wes Bentley, Stanley Tucci

Épico signo de los tiempos

En el futuro, tras una apocalíptica guerra, la civilización ha quedado organizada en doce distritos sometidos a una Ciudad Capital que los avasalla tiránicamente. Cada año, como un símbolo de la sumisión de los distritos a la capital, se organizan los “Juegos del Hambre”: una competición televisada en la que dos jóvenes de cada distrito (un chico y una chica) compiten por sobrevivir. El juego termina cuando solo uno de los veinticuatro quede vivo. Katniss Everdeen, una aguerrida joven del proletario Distrito 12, se ha ofrecido voluntaria para ir en lugar de su hermana, seleccionada por sorteo para participar en los juegos.

Fiel adaptación de la novela homónima de Suzanne Collins, primera de una trilogía que ha cautivado al público juvenil y cuya adaptación, como ahora sucede con las sagas juveniles, no se hizo esperar. Gracias a los valores universales que la historia maneja -como la valentía, la solidaridad, la piedad y el amor-, y a la interesante crítica que hace de los excesos de la telerrealidad que hoy vemos en la pantalla chica, la historia es atractiva para un público mucho más amplio que los fans de los libros. La misma Collins participó en la escritura del guion, que consigue condensar el conflicto y transmitirlo.

Aunque correcta, la dirección de Gary Ross tiene poca personalidad. Sobre todo porque la línea estética, tan variante, está poco unificada: entre el estilo de campo de concentración nazi para el Distrito 12 –con un vestuario y una fotografía que podrían pertenecer a El pianista de Polanski o a tantas otras–, el look burtoniano (de Alicia en el País de las Maravillas, en concreto) de los habitantes de la capital, los edificios tipo Star Wars de la misma y el look de los mismos “Juegos del Hambre” más propio de una serie de televisión que de una historia épica como la que aquí se cuenta.

Acertadamente enfocada a un público familiar, se matiza bastante toda la violencia que implica el planteamiento mismo: jóvenes matándose unos a otros. Pero esto no hace que la película sea ñoña ni mucho menos; el temple de la ascendentísima Jennifer Lawrence, en el papel de la protagonista, le da bastante credibilidad y profundidad a la historia, aunque el forzado giro romántico del guion (¿o del libro?) la ate de manos en cierto punto.

La atención es captada y la emoción suscitada; sin embargo, quizá lo mejor de la película sea el conflicto de fondo que plantea, por un lado, en su crítica a una sociedad enferma y degenerada que disfruta frívolamente del brutal concurso televisivo, actitud que hoy nos puede resultar más que familiar; y por otro, el anhelo de la libertad (esa secuencia de la rebelión en el Distrito 11) que marca la línea de fondo de la saga y que profetiza el tiránico Presidente Snow (atinado Donald Sutherland): “La esperanza es lo único más poderoso que el miedo”.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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True Grit

(2010) EE.UU.
DIRECCIÓN Y GUION Ethan Coen & Joel Coen
MÚSICA Carter Burwell
FOTOGRAFÍA Roger Deakins
REPARTO Jeff Bridges, Matt Damon, Hailee Steinfeld, Josh Brolin, Barry Pepper

Con un par

Los hermanos Joel y Ethan Coen han conseguido hacerse todo un nombre en Hollywood. Con cuatro Oscars bajo el brazo, buenas dosis de ironía y de humor negro y un bien manejado estilo cinematográfico, prácticamente año tras año esperamos la joyita de los Coen, a veces una obra de culto, a veces un mero divertimento. Su última entrega no es ni lo uno ni lo otro. True Grit (Temple de acero en Latinoamérica, traducción bastante cercana al título original y Valor de ley en España, en alusión a otro tema clave de la película) es un western con todas las letras, remake de su homónimo de 1969, que le diera su único Oscar a John Wayne, o más bien una nueva adaptación de la novela en la que ambos se basan.

Después de que su padre muriera a manos del bandido Tom Chaney, una avispada niña de catorce años, Mattie Ross, contrata para dar alcance a Chaney y someterlo a la ley a Rooster Cogburn, un alguacil tuerto, entrado en años y en kilos y algo borrachín, pero al que su fama lo precede porque tiene “true grit” (temple de acero, agallas, o lo del título de esta crítica). Se les une un Texas ranger que también persigue al mismo bandido por el asesinato de un senador de Texas.

La realización de los Coen es correctísima, pero es la interpretación de los tres personajes principales la que le da su fuerza a True Grit: la revelación es la joven Hailee Steinfeld, pues su personaje es el eje de la historia, un reto nada fácil pues se trata de una niña determinada, testaruda, algo fría y muy audaz para su joven edad; Steinfeld cumple a la perfección realizando a sus catorce añitos un personaje fuerte que Kim Darby hiciera con veintidós en 1969. El alguacil Cogburn –quizá el más Coen de los personajes- está muy conseguido por Jeff Bridges, valiente y despreocupado al estilo de John Wayne en la primera True Grit o en The Searchers; a veces simpático e incluso patético. Y revelación también, a su manera, resulta Matt Damon en un papel que, para variar, le permite interpretar a alguien que no sea el propio Matt Damon como suele (Bourne, Hereafter, Good Will Hunting y un largo etcétera): esta vez es el Texas ranger LaBoeuf, en continua pugna con sus compañeros de expedición.

Estamos, pues, ante el mejor western del momento, que no deja por eso de ser un western: un género ya algo manido (los Estudios Edison hicieron ya en 1903 El gran robo del tren y el argumento no ha cambiado mucho desde entonces) y que a nivel de trama tiene ya poco que ofrecer. Porque lo que hacen estos personajes es eso, cabalgar y buscar gente en el oeste, como lo hicieran John Wayne y Jeffrey Hunter en la ya mencionada The Searchers, o tantas otras. No por nada muchos de los westerns actuales son remakes, que quizá apelen más a la nostalgia de los clásicos que al salvaje oeste en sí mismo. Los Coen insisten y sí, añaden un poco de sal con su visión de los personajes y algo de su irónico humor y, sobre todo, logran plasmar como siempre su buen saber hacer.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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Hot Fuzz

(2007) Reino Unido
DIRECCIÓN Edgar Wright
GUION Edgar Wright, Simon Pegg
MÚSICA David Arnold
FOTOGRAFÍA Jess Hall
REPARTO Simon Pegg, Nick Frost, Jim Broadbent, Timothy Dalton, Bill Nighy, Martin Freeman

Poli bueno, poli malo

En esta disparatada comedia británica, Nicholas Angel, el mejor policía de Londres, es trasladado a Sandford, un apacible pueblo con el índice más bajo de criminalidad, donde lo que menos necesitan es a un súper policía como él. Sin embargo, Sandford también tiene uno de los índices más altos de accidentes, que quizá no sean tales…

El comediante Simon Pegg protagoniza y co-escribe esta película, dirigida por su compañero Edgar Wright y en la que predomina el humor absurdo, un poco en la tradición británica de los Monty Python. A la fiesta se sumó una importante cantidad de estrellas británicas: desde el antiguo James Bond, Timothy Dalton, hasta Martin Freeman quien interpreta a Bilbo en la trilogía de El Hobbit que ha arrancado Peter Jackson, pasando por Jim Broadbent y Bill Nighy, y (aunque no aparecen en los créditos) Cate Blanchett (que solo muestra sus ojos) y hasta el propio Peter Jackson.

Aunque el absurdo predomine, la forma es más que loable, sobre todo por una edición ágil, de un ritmo tremendo y muy cuidada, y un guion aún más cuidado que (dejando los temas que maneja aparte) es una maquinaria “perfecta” en la que cada alusión es recogida más adelante y no hay un solo chiste o comentario que no tenga un propósito en la disparatada trama, amén del tercer acto completamente desquiciado.

El humor no falta y la acción tampoco. Incluso el arranque parece sugerir algunos temas profundos como la soledad del protagonista, o la importancia de los cambios… que luego se pierden en la tontería. El propio Pegg está algo desaprovechado pues deja sus dotes cómicas (las que vimos en la tercera y cuarta entrega de Misión Imposible) para ser “el serio” de la película, en contraparte a su compañero Danny Butterman (Nick Frost, habitual compañero de Pegg, que sí da rienda a su vis cómica). Hay que decir que la violencia exagerada alcanza el mal gusto en momentos. Y eso, que nadie espere más que unas risas, aunque no estén diseñadas para todo tipo de humores.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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Brave

(2012) EE.UU.
DIRECCIÓN Brenda Chapman, Mark Andrews, Steve Puncell
GUION Brenda Chapman, Mark Andrews, Steve Puncell, Irene Mecchi
MÚSICA Patrick Doyle
REPARTO (VOZ) Kelly Macdonald, Billy Connolly, Emma Thompson, Julie Walters

Princesa Pixar

Crea fama y échate a dormir, reza el dicho. Lo que no dice es que crearse buena fama genera unas expectativas que luego no siempre es fácil cumplir. Mucho de esto pasa con Brave, la última película de Pixar. Estos señores nos tienen acostumbrados a unas geniales historias contadas con una animación fabulosa. Por su excelente modo de contar historias con imágenes parecería que cada película suya marcara un hito en la historia de la animación (siendo más discutibles Cars y Cars 2, todo sea dicho).

Pues bien, con Brave no sucede esto. No se está marcando un hito. Sin embargo, la única apuesta original de los estudios del flexo en medio de una época de secuelas (lo cual no es necesariamente malo, véase las Toy Story) es una hermosa fábula, divertida, muy actual a pesar de ser de época y con una animación impecable.

Merida es una princesa medieval escocesa que disfruta de la naturaleza, de sentirse libre y tirar con su arco, pasatiempos que chocan con la idea de princesa que tiene su madre: formalidad, finura, delicadeza… Esta tensión llega a su culmen cuando se organizan unos juegos entre los príncipes de los reinos vecinos en el que el trofeo será la mano de la rebelde princesa. Ante semejante panorama, Merida no duda en echar mano de una misteriosa bruja y un hechizo para “hacer cambiar” a su madre.

El proyecto, con un conflicto claramente femenino, lo arrancó Brenda Chapman, responsable de la historia de La Bella y la Bestia de Disney, colaboradora en el guion de El Rey León y directora de El Príncipe de Egipto para Dreamworks, nada menos. En su idea original, la película tendría un tono más sombrío y se llamaría The Bow and the Bear (El arco y el oso). Por diferencias creativas –lo que sea que eso signifique-, Chapman salió del proyecto y entraron en su lugar Mark Andrews (de la cantera de Pixar: codirector del corto El hombre orquesta) y Steve Puncell (hasta ahora más metido en el mundo de los videojuegos). Los tres figuran como codirectores.

A pesar de esas peripecias en la producción, Pixar cumple sobradamente. La increíble animación esta vez luce las maravillas de la naturaleza y el flamante cabello (abundante, rizado y pelirrojo) de la protagonista. El humor corre a cargo de los hermanos trillizos de la princesa y de la criada Maudie, más efectivos que los supuestamente graciosos pretendientes de la protagonista. La música de Patrick Doyle cumple también, aunque no sea tan destacable como las bandas sonoras que Michael Giacchino ha hecho para Pixar, y sobran esas canciones de Russian Red en la primera mitad, fallido intento de lo que hizo Phil Collins en Tarzán.

El resultado es una historia redonda. Guerreros escoceses, brujas, osos, hechizos y, en medio, el conflicto entre la madre y la hija. Aunque es claro que la protagonista es la princesa, prácticamente podría serlo su madre la reina: ella lleva buena parte del peso de la familia (y de la película) y sufre también una importante transformación (literalmente). Es este personaje el que da gran actualidad a la historia además de interés; mucho más, en mi opinión, que la rebeldía de Merida, un tópico a estas alturas, aunque vaya contra los cánones clásicos de la figura de “princesa Disney”.  En la versión original, junto a un conjunto de actores escoceses (que marcan más su acento para interpretar a sus personajes), la reina Elinor es interpretada por la versátil Emma Thompson, que traslada mucho de su personalidad a este personaje. Así, Brave habla de cómo buscar la propia vocación no está reñido con dar prioridad a la familia, así como de la importancia de reconocer los errores y rectificar. Un mensaje más que importante hoy en día, que Pixar nos cuenta con gran ritmo y mucha armonía visual, aunque por esta vez no nos haya tumbado del asiento.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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Arrow (TV)

(2012-) EE.UU.
CREADA POR Greg Berlanti, Marc Guggenheim, Andrew Kreisberg
REPARTO Stephen Amell, Katie Cassidy, Colin Donnell, Susanna Thompson

Un héroe para nuestros tiempos, tiempos de series

Tras el éxito que han tenido los superhéroes en la gran pantalla este año, con la tercera entrega del Batman de Nolan o la muy esperada Los Vengadores -por no hablar de los deseos que hay del estreno de Iron Man 3– me parece relevante destacar el estreno televisivo de la serie Arrow de la cadena CW.

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En la pantalla chica tampoco han estado ausentes los superhéroes, desde el éxito que fue Smallville con 10 temporadas, aunque al final el efecto de atracción por el Clark Kent adolescente descendiera y con él audiencia; o el desastre que fue The Cape, que generó expectativas pero que terminó defraudando y ni siquiera completó ni su primera temporada. A pesar de que el planteamiento de Arrow resulta similar en varios puntos al de Batman (joven adinerado sin ningún súper poder quiere convertirse en un justiciero por su ciudad), tiene elementos que la hacen original y resulta atractiva y entretenida para el espectador.

Como toda historia de superhéroes que se precie, Arrow está basada en un cómic, en este caso Green Arrow (Flecha Verde) de DC Comics. No se trata de uno de los personajes más populares de DC Comics, ni mucho menos, incluso puede ser confundido con Linterna Verde por los no expertos, a pesar de que llegó a formar parte de la “Liga de la Justica” de la DC. Aunque esa escasa fama de Green Arrow reduzca la expectativa, sin embargo tiene sus ventajas: la novedad que implica para el espectador (no existía hasta ahora ninguna película, ni mucho menos una serie del personaje) lo cual da una mayor independencia y libertad creativa respecto al cómic.

Oliver Queen sobrevivió a un naufragio y vuelve cinco años después completamente cambiado. De ser un joven adinerado, solo interesado en mujeres y fiestas, ahora quiere salvar a su ciudad del crimen tras una promesa realizada a su padre en su lecho de muerte. Para no ser descubierto como “el justiciero” intenta vivir esas dos vidas y hacerlas compatibles. El misterio en torno a lo que le ocurrió durante los años que vivió en una isla desierta es la fuente de intriga que mantiene parte del interés.

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Por otro lado, resulta muy entretenida por las escenas de acción, persecuciones, etc.; y no se queda solo en la espectacularidad requerida por una serie de acción, pues tanto el protagonista como los personajes secundarios están bien construidos y tienen profundidad. Incluso a veces las historias del resto de personajes ganan un protagonismo tal que la vida de Oliver queda un poco opacada; así, la historia de su madre o la de su mejor amigo resultan más interesantes o causan mayor interés en la audiencia.

En los tiempos que ya muchos califican como dorados para las series de televisión, estas han probado ser una genial opción para desarrollar un universo narrativo más rico y complejo que el de las películas, gracias su serialidad y, por tanto, larga duración. A la vez, todos sabemos que si un superhéroe no llegó a la gran pantalla y “se quedó” en la tele será porque algo le falta. En fin, quizá viendo Arrow la espera por Iron Man 3 o Los Vengadores 2 se nos haga aún más lenta, después de todo sabemos que la historia continúa semanalmente.

Juan Manuel Meneses

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