Un viaje en un yate de lujo. Una pareja de modelos influencers, Carl y Yaya, viajan con oligarcas rusos, fabricantes de armas ingleses o solitarios millonarios de las grandes tecnológicas. Eso sí, todos muy amables, incluido el capitán borrachín y de ideas marxistas (estupendo Woody Harrelson). Por supuesto, la tripulación está a su entera disposición, pues así funciona el mundo: con dinero de por medio. Hasta que una tormenta y un ataque pirata vienen a poner su mundo de cabeza.
El cineasta sueco Ruben Östlund escribe y dirige esta película, con la que gana su segunda Palma de Oro en Cannes (la primera vez fue por The Square en 2017). Su primera cinta hablada en inglés es una comedia negra y bastante ácida. Una parábola sobre la riqueza y el orden social, sobre la superficialidad, sobre quién manda en el mundo y por qué. Tiene momentos tanto divertidos como desagradables: no se recomienda para quien no tenga un estómago fuerte. El título, más ligado al tema de fondo que a la trama de la película, hace referencia al espacio entre las cejas y es en sí un poema bastante adecuado. Sin Filtro, la titularon los franceses, y también dice mucho.
Östlund da un salto internacional, con un reparto también internacional, como sus personajes. La producción es de Suecia, pero incluye a Woody Harrelson como estrella invitada en un reparto de Rusia, Filipinas, Inglaterra, Dinamarca, etc. La película gira en torno a los jóvenes y bellos protagonistas, Harris Dickinson (quien se preparó a fondo para el viaje emocional de su personaje) y la sudafricana Charlbi Dean que murió al poco tiempo del estreno de la cinta con solo 32 años: triste anécdota que corona una comedia muy oscura pero que contiene una crítica muy acertada al mundo actual.
(2022) Suecia DIRECCIÓN Y GUION Ruben Östlund FOTOGRAFÍA Fredrik Wenzel REPARTO Harris Dickinson, Charlbi Dean, Dolly de Leon, Woody Harrelson, Vicki Berlin, Zlatko Buric, Henrik Dorsin
Steven Spielberg se apunta a la corriente de hacer una película sobre la propia infancia. Lo han hecho últimamente Alfonso Cuarón con Roma, Kenneth Branagh con Belfast, Paul Thomas Anderson con Licorice Pizza, Paolo Sorrentino con Fue la mano de Dios… En The Fabelmans el famoso director cuenta el origen de su amor por el cine, el divorcio de sus padres, sus problemas como un niño judío en el Estados Unidos de los 60’s y sus aventuras de adolescente. Especialmente valiosa encuentro la reflexión en la estupenda escena del joven Sammy Fabelman (alter ego de Spielberg) y su tío Boris (un excelente Judd Hirsch), artista de circo quien le explica lo obsesionante que se convertirá para él su arte, es decir, el cine, por encima de todo, por encima de su familia.
Dentro de lo esperado en una película autobiográfica de este estilo, un coming-of-age episódico, destaca naturalmente la calidad de una cinta dirigida por Spielberg, uno de los cineastas vivos más experimentado, y sus colaboradores de primer nivel, como el director de fotografía Janusz Kaminski o el compositor John Williams, una leyenda viva que a sus 90 años se marca una preciosa banda sonora con un piano central. Los actores son también excelentes, destacando Michelle Williams que interpreta a la madre del protagonista, una mujer amorosa, distraída y apasionada. Paul Dano, con su cara de niño, es su marido, un hombre un poco ingenuo, de mente prodigiosa y gran corazón. Spielberg, de la mano de su guionista de cabecera Tony Kushner, no oculta el amor a sus padres, si bien los hace personajes con virtudes y defectos. Los jóvenes y niños que interpretan al protagonista y sus hermanas también son dirigidos con pericia. Sorprende la inclusión del comediante Seth Rogen en un papel con el que sale airoso y un cameo nada menos que del director David Lynch interpretando a John Ford, una leyenda para una leyenda.
Fabel-man, el apellido que Spielberg eligió para ficcionalizarse a sí mismo, puede entenderse como el hombre de las fábulas, de las historias. El director, hoy de 76 años, ya puede darse el lujo de hacer las películas que le muevan personalmente, como es este relato de su propia infancia. Es valioso verla a la luz de su carrera, recordando La lista de Schindler o Munich cuando el personaje es insultado por ser judío, o E.T. cuando los niños andan en bicicletas o se encierran en el armario de madera. En fin, no es una de las películas más grandes de Spielberg pero sin duda la más íntima para él y lo que cualquier película buena ofrece: un retrato de la naturaleza humana.
(2022) EE.UU. DIRECCIÓN Steven Spielberg GUION Steven Spielberg y Tony Kushner FOTOGRAFÍA Janusz Kaminski MÚSICA John Williams REPARTO Paul Dano, Michelle Williams, Gabriel LaBelle, Seth Rogen, Julia Butters, Keeley Karsten, Judd Hirsch, David Lynch
El clásico cuento infantil italiano Pinocchio, popularizado por la película animada de Disney en 1940, era un proyecto que Guillermo del Toro planeaba hacer propio desde hace 15 años. Efectivamente, la historia del muñeco de madera que quiere ser un niño de verdad contiene en su núcleo la historia que el director mexicano ha contado una y otra vez, y con la que dice identificarse: un personaje extraño pero bondadoso, rechazado por la sociedad pero que encuentra a alguien que lo quiera sin miedo. Es la esencia de sus películas más célebres: El espinazo del diablo, El laberinto del fauno, La forma del agua y ahora Pinocho, que Netflix ha hecho posible, sin duda con la mira en el Óscar a Mejor cinta animada.
Siendo una película que puede ver un público infantil (a diferencia de las otras películas de «fantasía» de este director), la historia es mucho más compleja que el cuento clásico y un tanto más oscura. Sobre todo por el duelo del personaje de Gepetto, quien perdió a un hijo y no logra superarlo. Al ubicarla en la Italia de Mussolini —el cuento original situaba la trama en el siglo XIX— Del Toro lleva a cabo otro recurso muy suyo: mezclar ficción con un conflicto bélico histórico, a ser posible mostrado de forma maniquea. Así, en vez de que Pinocho sea llevado a la «Isla de los juegos», en esta versión es enlistado en las juventudes fascistas al considerar que será el soldado ideal porque no puede morir. Al respecto, la cinta muestra su lado más complejo e interesante en torno a la inmortalidad de Pinocho, que viaja al inframundo y dialoga con la Muerte: una esfinge/quimera, hermana del Espíritu del bosque que le dio la vida a Pinocho —con apariencia de ángel bíblico— ambas con voz de Tilda Swinton y con rostro parecido a los monstruos más famosos de Del Toro: el fauno y el hombre anfibio.
Estéticamente la cinta es un prodigio. Alejándose del archiconocido Pinocho de Disney —que además estrenó su versión live action tres meses antes de esta cinta, en Disney+, sin pena ni gloria— esta versión se basa en las ilustraciones que hizo el artista Gris Grimly para una edición de Pinocho más oscura y bastante bizarra. Esta película, la más larga hecha jamás con la técnica de animación en stop-motion (cuadro por cuadro), tiene detrás un trabajo difícil de calibrar. Co-dirigida por Mark Gustafson (director de animación de Fantastic Mr. Fox, cinta en stop-motion de Wes Anderson) y fotografiada por el experto en esta técnica Frank Passingham (Pollitos en fuga, Flushed Away), fue una labor titánica de mover a los personajes cuadro por cuadro, lo que logra un efecto formidable.
Un reparto de estrellas aportó su voz a la versión original. Desde Christoph Waltz como el villano principal (el Conde Volpe, una mezcla de los personajes del Zorro y Stromboli el titiritero) hasta Cate Blanchett interpretando a su secuaz, un simio que no tienen ningún diálogo. Destaca Ewan McGregor que lleva la voz cantante al interpretar al grillo que es también el narrador. Por cierto que la cinta incluye unas cuantas canciones, lo que le da su toque más infantil aunque sin llegar a ser un musical. Eso sí, son preciosas, al igual que el resto de la banda sonora del infalible Alexandre Desplat.
Es destacable la marca autoral de Del Toro, que impregna todo su trabajo con su visión de la vida, que en general es bastante negativa y sumamente crítica con la visión judeocristiana. Aquí incluso el grillo narrador posee un retrato de Schopenhauer, el principal representante del pesimismo filosófico. Es la sociedad católica y cerrada de este pueblo que rechazará a Pinocho, aunque no tengan reparo en abrazar el fascismo. Sin embargo, uno de los principales elementos simbólicos de la película es un enorme crucifijo que Gepetto lleva años tallando para la iglesia del pueblo y con el que Pinocho llega a compararse: «Él también está hecho de madera y todos lo aman mientras a mí todos me odian». Sin sutilezas, el mensaje de esta versión de Pinocho no es que haya que ser bueno para ser un niño de verdad, sino que uno es bueno precisamente porque es extraño y como tal debe aceptarse y ser aceptado por los demás.
(2022) EE.UU. DIRECCIÓN Guillermo del Toro y Mark Gustafson GUION Guillermo del Toro, Patrick McHale y Matthew Robbins basada en el libro de Carlo Collodi FOTOGRAFÍA Frank Passingham MÚSICA Alexandre Desplat REPARTO (voces) Ewan McGregor, David Bradley, Gregory Mann, Christoph Waltz, Tilda Swinton, Ron Perlman, Burn Gorman, Finn Wolfhard, Tim Blake Nelson, John Turturro, Cate Blanchett