Man of Steel

(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN Zack Snyder
GUION David S. Goyer (historia de Christopher Nolan y David S. Goyer)
MÚSICA Hans Zimmer
FOTOGRAFÍA Amir Mokri
REPARTO Henry Cavill, Amy Adams, Michael Shannon, Russell Crowe, Kevin Costner, Diane Lane, Laurence Fishburne

Publicamos dos críticas, pues los dos autores de este blog queríamos dar nuestra opinión. No nos repetimos, y ambas valen la pena. Lo garantizamos.

¿Triunfo de la publicidad o del cine?

En ocasiones creemos conocer una historia o saber mucho de un personaje, sin embargo cuando nos la vuelven a contar parece que lo que conocíamos no era tan cierto. Y esto es lo que ocurre con este querido superhéroe: quizás una parte de mí no terminaba de recordar que era un marginado en el colegio –quizás por recientes recuerdos de la serie Smallville se recuerda a un Clark Kent que se supo superar poco a poco y adaptarse– sin embargo, aquí vemos que su vida de anonimato fue lamentable, incluso en momentos los consejos de Jonathan Kent no parecen ser los mejores.

A pesar de esto y quizás gracias a su madre, Martha Kent, Clark consigue convertirse en el héroe que todos conocen y quieren. El problema es que es un ser poco humano, creo que es lo que más le falta a la historia, hay excesiva acción y le falta más lado humano. No me malinterpreten, sé que es Superman, pero no es una historia que te llega o te permite sentirte identificado como espectador.

Por otra parte, las actuaciones tampoco son las mejores, quizás los que cumplen mejor su papel son Diane Lane como Martha Kent, Russell Crowe en el papel de Jor-El y Michael Shannon como el gran villado General Zod. Shannon consigue que el espectador le sienta odio, y a la vez una cierta empatía, como que se podría identificar con su locura: tiene sentido lo que busca, nació para hacer exclusivamente eso, que su raza perdure. Diane Lane ha sabido “envejecer” con dignidad y hacer estos papeles que van muy de acuerdo a su edad, y es una madre increíblemente real y auténtica. Sin embargo, grandes nombres como el de Amy Adams no cumplen el papel, simplemente no es Lois Lane: le falta fuerza, es una Lane que actúa y se defiende, salvo que cuando conoce a nuestro héroe se vuelve débil y pierde cualquier credibilidad que tuvo al principio del filme.

Hasta ahora parece todo un tanto fatalista. Sin embargo, cuando se ven películas tan esperadas como ésta, de la que se han realizado muchas versiones anteriores, es complicado no ser detallista, y verle “peros” a todo. La música, por otro lado, es un tema muy cuidado a lo largo del filme que acompaña a las escenas de gran manera, y ayuda a que no se vuelvan tan pesadas las excesivas escenas de pelea y acción durante el filme. Hubiese sido excelente unos 10 minutos menos de la batalla final. Eso sí, los efectos en todo momento resultan impecables y todo un deleite para la audiencia.

Detalles como que la “S” realmente es un símbolo de esperanza en su planeta de origen añaden credibilidad a la historia. Más discutible resulta que “Superman” sea la palabra prohibida… En fin, no sé si se consigue romper la supuesta “maldición” de las películas de este superhéroe, si nos fijamos en el éxito de taquilla sí, a pesar de que ayude la excesiva publicidad que se hizo del filme. Si es por los críticos unos dirán que sí, otros no. ¿Henry Cavill superó a Christopher Reeve?, ¿quién ha sido el mejor Clark?  Mi mejor consejo es que la vean y si se entretienen y pasan un gran momento en el cine la “maldición” simplemente deja de importar.

Juan Manuel Meneses

Una «S» que significa esperanza

El estreno de El hombre de acero era una gran expectación, y no solo para los fans del superhéroe más celebre de la historia. Y es que ahora el intento –tras la mítica saga protagonizada por Christopher Reeve y la poco exitosa Superman Returns de Bryan Singer– venía por parte de Christopher Nolan, celebrísimo creador de la última trilogía de Batman. Nolan es el productor y el guion es de David S. Goyer (coautor de la historia de las películas de Batman de Nolan) así que, aunque el director sea Zack Snyder –y es de agradecer por los tremendos efectos y las grandes secuencias de acción– los autores de la historia de El hombre de acero son los mismos padres del Caballero Oscuro.

Así, si el film de Singer en 2006 se centró en lo que ha hecho de Superman un icono de la cultural popular (“es un pájaro, es un avión, no, es… ¡Superman!”), Nolan intenta responder de algún modo a las preguntas acerca del hombre de acero, hacerlo más cercano y humano como ya hizo con Batman. El problema es que de entrada hay mayor posible cercanía con un huérfano millonario que aprende a luchar que con un extraterrestre criado entre humanos.

Dicho esto, el resultado es más que decente. Más que en los humanos desconcertados a su alrededor, la historia se centra en Kal-El/Clark Kent (la palabra “Superman” se menciona solo en un diálogo): sus orígenes en Krypton, con gran relevancia de su padre, Jor-El –interpretado por un acertadísimo Russell Crowe– y su lucha por contener sus poderes mientras espera encontrar el sentido de su vida guiado por los consejos de su padre adoptivo Jonathan Kent (Kevin Costner) y el amor de su madre Martha Kent (Diane Lane). Este enfoque permite explorar temas como las políticas de natalidad (punto de inflexión en el derrumbe de la civilización en Krypton), el amor por encima de la superioridad de razas, los riesgos de una evolución que prescinda de la moral y, sobre todo, la libertad, el bien y la esperanza ligados a la vocación de un ser llamado a cambiar el mundo. Y esto, claro, mezclado con grandes secuencias de acción.

La interpretación de Henry Cavill, medianamente desconocido y que bastante hizo con disimular su acento inglés, cumple con los mínimos. Un poco más hace Amy Adams con su Lois Lane bastante aguerrida, ganadora de un Pullitzer y de armas tomar (literalmente). Michael Shannon sale airoso de tener que interpretar a un malo-malísimo y el peso lo ponen Russell Crowe (con escenas de acción incluidas) y todo tipo de secundarios famosos, incluido Laurence Fishburne.

Es cierto que la batalla final se alarga demasiado, y que contar la infancia de Clark en flashbacks resulta un poco desconcertante. Con todo, El hombre de acero, sin llegar a ser una gran película, tampoco es “una más de superhéroes”. Un acercamiento difícil pero bastante aceptable a un Superman más humano y dramático en los tiempos que corren. (Y la esperanza –con una “S” que eso significa en la película– de que con Batman la segunda superó, con creces, a la primera. A ver.)

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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El gran Gatsby

(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN Baz Luhrmann
GUION Baz Luhrmann y Craig Pearce basado en la novela de F. Scott Fitzgerald
MÚSICA Craig Armstrong
FOTOGRAFÍA Simon Duggan
REPARTO Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Elizabeth Debicki

Los años veinte están aquí

De la mano de Baz Luhrmann llega la sexta adaptación cinematográfica de El gran Gatsby, la famosa novela de Scott Fitzgerald que ha sido identificada como una advertencia al sueño americano y una de las más grandes novelas de la literatura de Estados Unidos. Un reto nada fácil y con resultados discutibles aunque vaya por delante que el director australiano, autor de películas como Romeo + Julieta o Moulin Rouge –muy presente en esta de Gatsby– consigue transmitir toda la esencia de la novela con su particular estilo.

La historia del misterioso y joven millonario que ha organizado su modo de vida y su fortuna para recuperar al amor de su vida es una trama que a Luhrmann claramente le atraía. De hecho, la película tiene muchas similitudes con la nominada al Oscar Moulin Rouge: un amor prohibido y apasionado, ambientes festivos llenos de excesos y ambientes de miseria y decadencia, y todo contado como los recuerdos de un joven escritor antes lleno de ilusiones y ahora desencantado por la vida. La realización es también bastante similar con su colorida fotografía y sus secuencias poco realistas como las fiestas de Gatsby, los acelerados viajes en coche, la miseria del “Valle de las cenizas” en que viven los pobres, o detalles como “los ojos que todo lo ven”: un viejo billboard que es un símbolo también en la novela de Fitzgerald.

Mención aparte merece la música, pues Luhrmann apuesta por un soundtrack de nuestra época con canciones del rapero Jay-Z, Beyoncé y Fergie, entre otros, con lo que busca –y consigue– crear un ambiente emocional más que ser fiel a la época, tal como hizo en Moulin Rouge en la que homenajeaba al cancán como aquí rinde honores al charleston. Si bien algunos hubieran preferido solo música al estilo de los años veinte, ese no hubiera sido Luhrmann, y aunque sí escuchamos a Cole Porter en algún momento, no tendríamos el efecto sublime que consigue Lana Del Rey cantando el tremendo single “Young and Beautiful”.

Todo esto dicho, quizá el mayor acierto del buen Baz fue su logrado casting. Desconcierta un poco ver el familiarísimo rostro de Leonardo DiCaprio cuando al fin nos presentan al famoso Gatsby, pero ese desconcierto dura poco y deja lugar a ese fabuloso personaje que permite a DiCaprio hacer, a mi gusto, la mejor interpretación de su carrera, con olor a Oscar. Contraparte perfecta es la maravillosa Carey Mulligan: aunque se dice que el papel era ya de Scarlett Johansson, no puedo imaginar mejor Daisy –esa mujer dudosa, enamorada y atormentada– que Mulligan. Más anecdótica es la actuación de Tobey Maguire, como el pasivo narrador vecino de Gatsby, aunque aquí le es natural esa ingenuidad que desesperaba en su Peter Parker/Spiderman. También acertados, finalmente, son la debutante Elizabeth Debicki y un Joel Edgerton que se pone en igualdad de condiciones con DiCaprio en la escena clave de la película.

Así, aunque en algún momento sea un poco lenta y no sea un plato que vaya a gustar a todos, pienso que Baz Luhrmann y sus actores pueden estar satisfechos, que quien no vaya con ánimos de comparar su novela favorita disfrutará mucho –y sufrirá un poquito–, y que el fiestero Scott Fitzgerald habrá sonreído un poco dondequiera que esté.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

Todos los datos de El gran Gatsby