Toy Story 4

(2019) Estados Unidos
DIRECCIÓN Josh Cooley
GUION John Lasseter, Andrew Stanton, Josh Cooley, Valeria LaPointe, Rashida Jones, Will McCormack, Martin Hynes y Stephany Folsom
MÚSICA Randy Newman
REPARTO (voces) Tom Hanks, Tim Allen, Annie Potts, Tony Hale, Jordan Peele, Keegan-Michael Key, Christina Hendricks, Keanu Reeves, Ally Maki, Joan Cusack, Bonnie Hunt, Wallace Shawn, John Ratzenberg, Blake Clark, Don Rickles

La última y nos vamos

Nueve años después de completar una excelente trilogía, Disney-Pixar decide retomar a los personajes de su primer largometraje para darnos una aventura más en compañía de Woody, Buzz Lightyear y los demás juguetes de Andy (ahora de Bonnie). Si en la entrega anterior se había cerrado el ciclo en lo que todos entendimos como el final, esta cuarta es una especie de epílogo, que retoma los elementos narrativos de las tres primeras: juguetes expuestos a los peligros del mundo exterior para rescatar a un compañero, y el dilema entre tener un niño que te ame pero que algún día te olvidará y vivir una vida independiente. Si bien se cumple la garantía de Pixar, y la película es divertidísima y, sí, estupenda, solo queda la duda de si este epílogo era necesario y qué quiere decirnos con su final tan emotivo como definitivo.

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Bonnie asiste al jardín de niños donde fabrica un juguete nuevo a partir de un cubierto de plástico. Forky, basura convertida en juguete, tiene una crisis de identidad de la que Woody lo ayudará a salir no sin antes evitar muchos intentos de escape del desequilibrado personaje. Un viaje de la familia a una feria de atracciones los lleva a una tienda de antigüedades donde Woody se reencontrará con su antigua amiga e interés amoroso Bo Peep, quien le hará descubrir las delicias de ser un juguete perdido y donde los juguetes enfrentarán nuevos peligros para rescatar a Forky.

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Al equipo de guionistas original de la franquicia (John Lasseter y Andrew Stanton principalmente) se unieron Rashida Jones y Will McCormack, provenientes de la comedia romántica y que dieron un toque de actualidad a esta historia de aventura. Lo más significativo es la evolución del personaje de Bo Peep: la película abre con un emotivo flashback en que se cuenta cómo la pastorcita es separada del resto del grupo. Años después es un juguete con experiencia, atrevida y audaz así como hábil e independiente, que ya no se presenta en función de Woody sino al contrario, podrá enseñarle al vaquero una cosa o dos o incluso cambiar su visión de la vida. Nada menos.

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Además de Forky —menos exasperante de lo que los avances de la película amenazaban— se presentan también un puñado de nuevos personajes excelentes: la pareja cómica de Bunny y Ducky, premios de feria con una imaginación desbordante; Duck Caboom, muñeco de acción canadiense (con la voz de Keanu Reeves); la pequeñísima pero aguerrida Giggle McDimples, amiga de Bo Peep; y la antagonista, una muñeca de antaño llamada Gabby Gabby que habita en la tienda de antigüedades con sus secuaces, cuatro muñecos de ventrílocuo terroríficos y geniales. Menos aprovechados están los personajes de siempre, algo esperable pero entendible; solo demerita Buzz Lightyear, pues si bien queda claro que aquí el protagonista es Woody, hubiera cabido mayor espacio para su mejor amigo que de ser solo ingenuo en las otras películas aquí roza en lo bobo.

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Merece una mención el aspecto técnico, que Pixar siempre ha cuidado con todo mimo. La luz y los espacios son un verdadero goce estético y la animación de elementos como el gato o los juegos de feria demuestran el avance constante en las técnicas de animación de las que Toy Story fue pionera. Nuevamente hay música de Randy Newman, incluyendo un par de canciones nuevas muy adecuadas. El eje, en fin, de esta película —y ahí radica su secreto— es la nostalgia. La de nosotros por estos personajes y la de Woody por Andy. Es enternecedor cómo el vaquero sigue apegado a su antiguo dueño, lo que no puede evitar a pesar de su nueva vida con Bonnie. El mensaje de que la existencia de un juguete solo es feliz cuando tiene un niño —y es lo que todos los personajes buscan obsesivamente—, que ha vertebrado toda la trilogía, madura aquí en una analogía de saber dejar ir a las personas y ser capaz de cambiar de etapa. Algo que deja con un sabor de boca agridulce y que habla ya no a los niños en la sala sino a los adultos que crecimos con Woody y Buzz.