Espacio interior

(2013) México
DIRECCIÓN Kai Parlange Tessmann
GUION Pierre Fraveau, Kai Parlange Tessmann, Vicente Leñero
MÚSICA Javier Umpiérrez
FOTOGRAFÍA Juan José Saravia
REPARTO Kuno Becker, Ana Serradilla, Juan Carlos Colombo, Roberto Sosa, Hernán Mendoza, Gerardo Taracena, Rocío Verdejo

La verdadera libertad

En agosto de 1990, en la Ciudad de México, un prestigioso arquitecto de 33 años, padre de siete hijos, fue secuestrado. Al contrario de lo que sucede con la mayoría de los secuestros, que acaban rápido, el suyo duró 257 días. Casi tan sorprendente como su desenlace fue el modo en que vivió su secuestro: como hiciera Viktor Frankl en el campo de concentración nazi, este arquitecto descubre que su libertad interior es lo único que sus captores no pueden quitarle y apoyado en su fe católica y en el amor a su familia hace de su secuestro una experiencia de vida: reza, escribe, dibuja, hace deporte, tiene un horario, se preocupa por sus secuestradores, prepara un escape…

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Esta historia real –hecha pública por su protagonista, quien da conferencias y autorizó un libro recientemente, aunque no ha querido aparecer ligado a esta película– pedía a gritos ser contada. Otra cosa es que fuera fácil hacerlo, pues finalmente es la historia de un hombre encerrado nueve meses en un cuarto de 3×1 metros. El reto lo asumió como ópera prima el director mexicano Kai Parlange Tessmann, quien centra su historia en la experiencia vital del secuestrado.

Para bien o para mal, esta no es una película de secuestro. No seguimos las negociaciones entre la familia y los secuestradores, ni el sufrimiento o los planes de unos y otros. Simplemente acompañamos a este hombre en su espacio interior, acertado título, tomado de una conferencia que dio el protagonista poco antes de su secuestro. Sin embargo, no es un experimento cinematográfico de cámara encerrada al estilo de Buried (Rodrigo Cortés, 2010). Los flashbacks y fantasías del protagonista enriquecen la historia y están bien manejados narrativamente los paralelismos con el maratón y con la profesión del arquitecto secuestrado. Cuando lleva poco más de una hora se vuelve un poquito repetitiva, pero vale la pena esperar al desenlace.

Como es lógico, en esta historia mucho caía en el actor protagonista, y Kuno Becker sorprende positivamente, pues hasta ahora su mejor trabajo había sido la correcta pero facilona Gol (2005) y su último trabajo como el General Ignacio Zaragoza en Cinco de Mayo: la batalla (2013) dejaba mucho, pero mucho, que desear. Kuno peleó por el papel y se implicó en el proyecto, y esa dedicación luce. Le acompaña un reparto que casi se siente desaprovechado: Ana Serradilla es su mujer, a quien vemos en recuerdos y sueños, Juan Carlos Colombo es el padre del protagonista y también participa Roberto Sosa con pocos minutos en pantalla; de los secuestradores –Hernán Mendoza (Después de Lucía), Gerardo Taracena (Apocalypto) y Rocío Verdejo (Matando cabos)– no vemos nunca el rostro descubierto ni oímos su voz.

Estamos pues ante una acertada plasmación de una historia que merecía ser contada, aunque quizá sería más interesante con la sal de la trama criminal –finalmente es un secuestro– que los realizadores no quisieron o no pudieron contar. Una película buena –¡otra más!– que demuestra que el buen cine mexicano no debe ser solo de historias sórdidas en mundos miserables, pues aún en una situación tan terrible como ésta, destaca la grandeza del ser humano. Y esta vez sin imaginaciones optimistas: es una historia, tal como se cuenta, real. Tan real como que sucedió.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

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