(2013) México
DIRECCIÓN Eugenio Derbez
GUION Guillermo Ríos, Leticia López Margalli, Eugenio Derbez
MÚSICA Carlo Siliotto
FOTOGRAFÍA Martín Boege, Andrés León Becker
REPARTO Eugenio Derbez, Loreto Peralta, Jessica Lindsey, Daniel Raymont
Papá soltero
A estas alturas ya es conocido que la película de Eugenio Derbez, No se aceptan devoluciones, ha roto récords en el mercado nacional y —más meritorio— en Estados Unidos. Quizá viene a la cabeza Nosotros los Nobles; en efecto, cine mexicano distinto del cliché que teníamos hasta ahora del cine mexicano. Derbez, el comediante vivo más famoso de México y hombre fuerte de Televisa, la televisora más poderosa del país, se atreve a saltar de su éxito televisivo a la pantalla grande y se anima incluso a co-escribir y dirigir esta cinta. Y acierta. Sobre todo porque es una película concebida para ser vendida. Cosa nada despreciable, después de todo el cine es una industria, y Derbez y sus asesores televisos saben lo que hacen.
Valentín Bravo (irónico nombre parlante) es un miedoso. Mujeriego e irresponsable, reside en Acapulco donde un día un antiguo amor toca a su puerta para dejarle a una bebé —su hija— de nacionalidad estadounidense como su madre. La paradoja es que Valentín tiene que dedicarse a ser stuntman, es decir, doble de acción en Hollywood, pues es el único trabajo que consigue al tener que quedarse en Estados Unidos a criar a su hija. Así, estamos ante una cinta padre e hija con rasgos que nos son familiares: el papá amoroso pero catastrófico y una hija encantadora (excelente actriz revelación la pequeña Loreto Peralta) que es mucho más lista que él. La reaparición de la madre seis años después reclamando sus “derechos” desata el conflicto.
El guion mezcla hábilmente la comedia simpática —el fuerte de Derbez— con la historia sentimental a partir de las relaciones familiares, incluido un toque dramático que se inserta con bastante acierto. No se descuidan los temas de fondo, especialmente el miedo de Valentín, eje de la historia, y su relación con su hija. Se muestran, de paso, las consecuencias de una actitud muy actual de libertad sin responsabilidad y egoísmo, en este caso presente en la mamá de la niña, que la abandona siendo una bebé y vuelve cuando se le antoja tener una hija, como Valentín le echa en cara. Queda subrayado el valor del sacrificio por amor y lo que significa la paternidad realmente. Eso sí, con el humor presente hasta en los momentos más impensados, como cuando Valentín se queja de los condones de oferta al tener a su bebé en brazos, cuando en el juicio defiende la custodia de su hija con la letra de “Cuando calienta el sol” o cuando Sammy le da la noticia del fallecimiento de su padre (quien conozca a Sammy, imagine).
La película la dirige Derbez con corrección, y está sostenida por la simpática actuación de su “hija” y sus ya conocidos dotes histriónicos. Está bien apoyado por un dinámico soundtrack (botón de muestra: “Ella es bonita”, de Natalia Lafourcade), una luminosa y colorida fotografía y una atinada dirección artística y de vestuario: la casa en que viven padre e hija y sus combinaciones de ropa siempre iguales (por no hablar de pijamas), dan el tono adecuado a la historia. Sobra algún efecto digital poco conseguido, sobre todo el que distrae en el emotivo clímax.
Derbez supo apostar a su fiel público mexicano (en México la gente acude a ver “la de Derbez” simplemente) y a un amplio público latino en Estados Unidos muchas veces olvidado y que en esta película se sentirá identificado (el propio Valentín cruza ilegalmente y no consigue aprender una palabra de inglés en seis años). Sin reinventar el cine ni ponerse “artístico”, a unos y otros ofrece una película amena, divertida, bien hecha y con su lagrimita, ¿hay mejor negocio?
Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor