The Conjuring

(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN James Wan
GUION Chad Hayes, Carey Hayes
MÚSICA Joseph Bishara
FOTOGRAFÍA John R. Leonetti
REPARTO Vera Farmiga, Patrick Wilson, Lili Taylor, Ron Livingston

Por fin, terror, y bien contado

No creo que nadie se sorprenda si decimos que en los últimos años las películas del género terror están perdiendo interés entre los espectadores. Quizás se podría decir que la audiencia ya ha visto mucho y nada consigue verdaderamente asustarla; de los poco títulos que han destacado podrían ser Paranormal Activity e Insidious, y la más reciente The Purge. Cualquier “maldición” que se creía que existía con los films de este género ha quedado destruida con The Conjuring, que no solamente ha sido un éxito de taquilla, sino que realmente es una buena película más allá de su género.

La historia resulta familiar dentro del género: familia numerosa se muda a una casa antigua, descubren que había un sótano con artículos de antaño y luego comienzan a ocurrir actos sobrenaturales relacionados con el pasado de la casa. Sin olvidar el ya tan utilizado recurso de “basada en hechos reales”, en este caso los expedientes del matrimonio de demonólogos católicos Ed y Lorraine Warren. Ahora bien, creo que no habíamos visto una película como ésta en bastante tiempo, y es que juega con el misterio de una forma magistral. A diferencia de lo que estamos acostumbrados no se muestra casi nada, recuerda a Alien (1979), que guarda ese misterio ya que en gran parte de la película no vemos aquello a lo que los personajes se están enfrentando.

Se emplean muchos minutos del principio de la película en contarnos sobre los personajes, los detalles de su día cuando van al colegio, lo que cenan, y cómo y qué se jugaba en esa época (los setentas) sin tanta tecnología. Aunque precedidos de una prólogo inquietante –por no decir estremecedor–, esos minutos de cotidianeidad son necesarios para que lo demás funcione: no es ninguna novedad decir que se sufre más si sentimos que conocemos a los personajes de la historia. Es más, el que haya tantos personajes facilita que el espectador se identifique con alguno: el escéptico, el que cree, al que le da igual, el indefenso.

Los hechos reales están relacionados con personas católicas, que enfrentaron el caso como un exorcismo. En este sentido no pretende ser una película religiosa ni similar, pero sí hace pensar si realmente existe un más allá y la importancia de proteger a los que uno más quiere incluso de cosas en las que no se cree. Es interesante ver los puntos de vista de los demonólogos creyentes y la familia víctima, ni católicos ni practicantes, pero todos afectados por los mismos hechos.

No quiero dejar pasar la puesta en escena, el vestuario, la ambientación de la época en la que se basa, en general lo cuidado que ha sido la cinta. Incluso los zooms, algunos movimientos de cámara y montajes están muy bien encajados, escenas que de haber sido ejecutadas de otra forma no hubiesen tenido ese efecto de tensión que producen.

Los temerosos (como yo) la disfrutarán: la historia cobra tanta importancia que los saltos o momentos de tensión se pasan amenamente. Es más, hace algún tiempo ya que no sentía que toda una sala de cine estaba pasando las mismas emociones que uno, todos juntos aguantando la respiración, y eso siempre vale la pena experimentarlo.

Juan Manuel Meneses

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