(2014) EE.UU.
DIRECCIÓN Alejandro González Iñárritu
GUION Alejandro González Iñárritu, Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris, Armando Bo
MÚSICA Antonio Sánchez
FOTOGRAFÍA Emmanuel Lubezki
REPARTO Michael Keaton, Edward Norton, Emma Stone, Naomi Watts, Zack Galifianakis, Andrea Riseborough, Amy Ryan
Gajes del oficio
Que un director de culto –en este caso el mexicano Alejandro González Iñárritu– quiera explorar nuevos territorios –en este caso apartarse del drama de ciertas historias sórdidas y hacer una “comedia negra”– resulta una premisa muy prometedora. Si a él se une un reparto de estrellas la promesa es aún mayor. Y las grandes promesas no siempre son fáciles de cumplir.
Riggan Thompson (Michael Keaton) es un actor de Hollywood célebre por haber interpretado hace décadas al superhéroe Birdman… y ya. En su afán de ser tomado en cuenta por el público nuevamente (este es el tema de la película) y demostrar sus dotes actorales, se dispone a estrenar en Broadway una obra de teatro “seria”: su propia adaptación del cuento de Raymond Carver, “De qué hablamos cuando hablamos del amor”. Como en Ratatouille, solo queda esperar el duro veredicto final de un prestigioso y malvado crítico, en esta ocasión en su versión femenina.
El talento de Iñárritu visto en sus películas anteriores (de Amores perros a Biutiful) es tan indiscutible que se puede dar el lujo de hacer experimentos como este y retarse a sí mismo. Así, aunque entre sus virtudes no pueda presumir la de la ignorancia (inesperada virtud de algunos, como dice el inteligente subtítulo de la película), asume el reto gallardamente. Y es que, para empezar, Birdman –exceptuando los últimos minutos– sucede en un solo plano. Aunque se haya ayudado de lo digital para lograrlo, y se entienda que existen elipsis entre un momento y otro, nada quita que sí haya tenido que elaborar como unos 8 planos-secuencia, bellamente coreografiados y bien actuados en su complejidad. Aquí el mérito de Iñárritu es felizmente compartido con el de su paisano Emmanuel Lubezki, el director de fotografía que se llevara este año el Oscar por Gravity del también mexicano Alfonso Cuarón.
La puesta en escena es, pues, un reto logrado y es quizá el mayor atractivo de Birdman, en la que seguimos a los actores al ritmo de unos redobles de batería que constituyen como un 90% de toda la banda sonora. Y que lo mejor de una película sea la puesta en escena no es bueno. Supuestamente estamos ante una película “filosófica”, como sugiere el propio Birdman (la personificación del ego de Riggan en su emblemático personaje, quien lo tienta al más puro estilo tibi dabo) y ahí están esos detalles que nos ilustran el pensamiento del protagonista: la cita inicial de Raymond Carver, para quien la felicidad era ser valorado en este mundo; la afirmación de la ex esposa de Riggan, que le reclama que confunde el amor con la admiración; o el letrero en el camerino del protagonista: “Una cosa es una cosa, no lo que se dice de esa cosa”. Si tan solo le hiciera caso…
Y así –queriendo ser comedia pero sin hacer reír, y con un final cuando menos tramposo–, Birdman resulta una película formalmente muy bien conseguida, con el reto actoral que implican las tomas continuas (en el que brillan especialmente Keaton, el fabuloso Edward Norton y los ojos de Emma Stone) que se queda sin mucho que decir más que el reclamo al duro mundo de la farándula, tan traicionero si se vive en él sin ningún otro asidero más que la fama.
Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor
Todos los datos de Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)