Denuncia forzada
El cine del mexicano Michel Franco —consentido de los festivales— busca siempre provocar, por no decir perturbar. Esta vez lo hace desde una trama socio-política, a partir de la patente diferencia de clases sociales en México, aunque con elementos comunes a sus anteriores películas. En esta historia, la boda de una pareja de clase alta en la Ciudad de México es interrumpida por un grupo de «desfavorecidos» que irrumpen de una manera violenta e irracional. Franco idea una lucha de clases que se siente cercana por el contexto en que la sitúa, pero que se va alejando conforme avanza el metraje por la inverosimilitud de sus personajes que carecen de dimensiones y por sus giros de trama que, en su afán de ser lo más desoladores posible, se vuelven predecibles.

El arranque —tras una sugerente colección de planos descontextualizados, con los que se nos recuerda que estamos viendo «cine de arte»— es intrigante, planteando sutilmente la narrativa y anunciando el conflicto, con detalles como el de la pintura verde que utilizarán los agresores o la subtrama del antiguo trabajador de la familia rica cuya esposa necesita operarse de emergencia (un drama que la pandemia del covid, durante la que se estrenó la película, ha hecho más patente que nunca). Sin embargo, sin previo aviso se salta a la violencia desconcertante y se vuelve bastante irreal lo que podría haber sido una interesante ficción de denuncia social (como Parasite, con la que se la ha comparado injustamente). Una vez roto el «viejo orden», las reacciones de los personajes reflejan una visión del mundo en la que todos son miserables: los ricos, a quienes no les importan ni sus madres ni sus esposas con tal de salvar el pellejo, y los pobres, que son todos unos resentidos esperando el momento de vengarse sin ninguna humanidad. Solo unos pocos personajes se salvan de esta generalización —la joven novia y la dupla madre-hijo que trabajan en su casa— y con quienes, claro, la historia más va a ensañarse.

No se da continuidad a los elementos más interesantes —el levantamiento social, por ejemplo— y a pesar de ser una trama tan dura, con tal de evitar el melodrama a toda costa, los personajes apenas si reaccionan y la trama avanza como si lo que acaba de ocurrir hubiera sido de lo más normal. De modo que la historia se siente falsa, pues no se sostiene: ¿qué sigue después del caos? Y lo que sigue es, por cierto, una militarización, que es la otra gran crítica de la cinta. Si la clase alta es nefasta y la clase baja es detestable y ruin, el ejército es un nido de corrupción que aprovecha esta situación para sacar partido del modo más miserable. A todo esto, Franco toma el punto de vista de la familia rica agredida, buscando que sea ese su público y alterarlo, llenarlo de miedo. Lo que logra, en mi opinión, es acentuar más una diferencia de clases que ya es grave, mostrando a los desaventajados como unas bestias sedientas de sangre que están esperando una alteración para matar y robar. El pérfido desenlace —no podría ser de otra manera— termina mostrando que los más afectados en el viejo orden también son los afectados en este nuevo orden, y hasta más. Quizá solo en eso no se aleja tanto de la realidad.

(2020) México
DIRECCIÓN y GUION Michel Franco
FOTOGRAFÍA Yves Cape
REPARTO Naian González Norvind, Mónica del Carmen, Diego Boneta, Darío Yazbek, Fernando Cuautle, Patricia Bernal, Lisa Owen, Roberto Medina, Enrique Singer, Gustavo Sánchez Parra