Moonlight

(2016) EE.UU.
DIRECCIÓN Barry Jenkins
GUION Barry Jenkins y Tarell Alvin McCraney
FOTOGRAFÍA James Laxton
MÚSICA Nicholas Britell
REPARTO Mahershala Ali, Naomie Harris, Janelle Monáe, Alex R. Hibbert, Ashton Sanders, Trevante Rhodes, André Holland

Elegía azul

¿Y aquellas alas de mariposa azul de qué nos sirven?,
preguntarán los que nacieron sin alas.
¿De qué nos sirve eso que flota en el vago azul de los sueños?
Del prólogo de Azul de Rubén Darío

La historia en tres capítulos de Chiron (Alex R. Hibbert/Ashton Sanders/Trevante Rhodes), un muchacho afroamericano que crece conflictuado por la falta de cariño —su única familia es su madre soltera y drogadicta (excelente Naomie Harris)— y por su propia timidez unida a una latente inclinación homosexual, es bellamente retratada por el director Barry Jenkins. Ya el título (que incluso traducido suena a poesía por la aliteración: luz de luna) nos plantea una película lírica aunque no por eso menos fuerte. Su trama fragmentada y el crecimiento en edad del personaje recuerdan a Boyhood, de Richard Linklater, aunque en un ambiente bastante más agresivo socialmente.

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El planteamiento en el arranque promete mucho, pues incluso antes que al protagonista nos presenta a Juan (Mahersala Ali), un narcotraficante duro pero de buen corazón, que pronto se ve atrapado en un conflicto de conciencia: intentar ayudar al conflicto familiar del niño, a la vez propiciado por él pues la madre soltera de Chiron es cliente suya. Sin duda el mejor personaje, y muy bien interpretado: el Oscar de mejor actor de reparto a Ali es una de las tres estatuillas de la película. La pena es que Juan desaparece de la trama antes de que puedas decir spoiler, y las dos siguientes partes de la trama no consiguen tener el nivel de conflicto de la primera.

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Estéticamente está muy lograda. El manejo de cámara es excelente, con varios planos secuencia, y la fotografía consigue mezclar los soleados blancos de Miami con la luz eléctrica y los bellos colores azul y rosa neón que llenan la noche de esa sensación de trágica poesía. Otro acierto es la preciosa música de orquesta de Nicholas Britell, que acompaña las etapas de la vida del protagonista, junto con algunos fragmentos de canciones muy bien elegidos, incluyendo a intérpretes afroamericanos como Barbara Lewis o Boris Gardiner, hasta Mozart y el guapango mexicano Cucurrucucú Paloma interpretado por Caetano Veloso.

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Volviendo a la trama, quizá no termine de enganchar conforme avanza porque en Chiron tenemos un protagonista pasivo, cuyos sueños y objetivos no tenemos claros, lo cual siempre es un riesgo en cualquier guion, por no decir un error. De hecho, los pocos momentos en que es activo —su venganza contra el bully, por ejemplo— son los más logrados. En fin, queda siempre abierto el debate en torno a si esta película es una defensa de las minorías (tanto de afroamericanos como de homosexuales) y si es esto lo que la llevó a ganar el Oscar a mejor película. Solo diré que es una película muy bella y poderosa —aun con todo lo ya dicho— y que no es tendenciosa. Las discretas alusiones a la inclinación sexual del personaje están bien encuadradas dentro del sufrimiento que hay en su vida, y si se abstiene de reivindicar ideologías, más bien nos da elementos para comprender sin juzgar, algo tan necesario en nuestro agitado mundo.

Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor