John Wick 4

La liturgia de la violencia

Regresa uno de los más recientes iconos culturales: John Wick, el sicario invencible, el Baba Yaga como se subtitula esta entrega —apodo tomado del folclor eslavo referido a una poderosa bruja—, el «esposo amoroso» como quiere que diga su epitafio, que solo quiere que lo dejen en paz y que decidió «matarlos a todos» cuando le quitaron el último recuerdo de su esposa: un cachorro. Ya di más contexto de esta saga en mi crítica de la entrega anterior, que recomiendo leer en este enlace. Si ahí resalté que el éxito y continuidad de este universo narrativo se basa en las reglas de la violencia que establece, aquí se da un paso más dando toda una liturgia a la violencia. Los personajes viven religiosamente su mundo violento de asesinatos, divididos en clanes o familias, regidos todos por una autoridad infalible, llenos de ritos y tradiciones que deben cumplirse.

De las (pocas) novedades en esta entrega son el joven villano, el Marqués de Gramond interpretado por el joven pero terrorífico Bill Skarsgård (interpretó a Pennywise, el payaso en las nuevas versiones de It, con eso se dice todo). Se trata de un hombre ambicioso y sin escrúpulos, designado por la autoridad para resolver ese «problema» que es John Wick y que siempre está a punto de romper las sagradas reglas. Por cierto que si todas sus escenas son conversaciones, éstas se sitúan en escenarios espectaculares (salas de banquetes, museos famosos, elegantes campos de equitación) que hablan del personaje indirectamente. Otros añadidos interesantes son los personajes del ciego, viejo amigo de Wick ahora obligado a perseguirlo (interpretado por la leyenda china de las artes marciales, Donnie Yen), y el anónimo cazador (Shamier Anderson) que también anda detrás de Wick acompañado por un fiero can. Repiten los clásicos de la saga (entre ellos el recién fallecido Lance Reddick) y por supuesto Keanu Reeves, cuya carrera fue relanzada por esta saga, y quien pronuncia menos de 400 palabras en toda la película (menos de los muertos que lleva en la saga).

En fin, esta cuarta entrega cumple con lo que han prometido sus antecesoras. Mucho ritmo, mucha violencia y mucha catarsis, siempre que uno entienda el pacto de lectura de que esta violencia no debe ser tomada en serio: es un chiste que resulta mucho más irónico por toda la pompa y circunstancia que tiene alrededor. También cumple cinematográficamente, con secuencias increíbles como una pelea campal en la rotonda del Arco del triunfo parisino (sin detener el frenético tráfico, por supuesto), o un fabuloso largo plano secuencia cenital que busca emular la estética de los videojuegos. Y la saga dará para rato pues ya se anunció Ballerina, spin-off protagonizado por Ana de Armas, y la precuela The Continental sobre cómo el personaje de Winston construyó el hotel que es uno de los ejes de la trama. Mucha violencia, sí, pero me parece que lo suficientemente irreal como para que sea un divertimento y no un recordatorio de la mucha violencia que nos rodea.

(2023) EE.UU.
DIRECCIÓN Chad Stahelski
GUION Shay Hatten y Michael Finch basados en personajes de Derek Kolstad
FOTOGRAFÍA Dan Laustsen
MÚSICA Tyler Bates y Joel J. Richard
REPARTO Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Ian McShane, Bill Skarsgård, Donnie Yen, Shamier Anderson, Clancy Brown, Hiroyuki Sanada, Rina Sawayama, Scott Adkins, Natalia Tena, Lance Reddick