(2017) Reino Unido, EE.UU., Francia, Países Bajos
DIRECCIÓN Y GUION Christopher Nolan
FOTOGRAFÍA Hoyte Van Hoytema
MÚSICA Hans Zimmer
REPARTO Fionn Whitehead, Aneurin Barnard, Harry Styles, Mark Rylance, Cillian Murphy, Kenneth Branagh, Tom Hardy, Jack Lowden
Victoriosa retirada
La décima película de Christopher Nolan causó enorme expectación. El director inglés se ha especializado en generar grandes blockbusters sin renunciar a contenidos complejos, gustando a la crítica y al gran público por igual. Con Dunkerque, un poderoso relato sobre el rescate de las tropas inglesas acorraladas por los nazis en la playa de Dunkerque (Francia), da una auténtica cátedra de cinematografía.
Menos ambiciosa en la trama que sus películas anteriores, la primera película basada en hechos reales del director se centra en tres relatos puntuales en torno a este evento militar, ubicados en tierra, mar y aire respectivamente: los jóvenes soldados que intentan huir de la costa; civiles patriotas que se disponen a cruzar el Canal de la Mancha para ayudar a traer soldados —como hicieron muchos ese día, que pasó a ser uno de los eventos patrióticos colectivos de la historia inglesa—; y un par de pilotos que intentarán proteger a las tropas desde el aire.
Este tríptico tiene su peripecia narrativa, algo característico del sello de Nolan. En este caso juega con la temporalidad, pues los eventos de tierra tienen una duración de una semana, los del mar un día y los del aire una hora, aunque se intercalan en el relato indistintamente. La fuerza de Dunkerque radica en que, centrándose en quienes viven la guerra en primera línea —no hay aquí grandes discursos políticos, ni planeaciones militares como en otras películas bélicas históricas— hace uso de los elementos más propios del cine: excelente fotografía, edición y sonido (que vengan los premios), así como una atinada banda sonora de Hans Zimmer, todo en función de un solo elemento: suspense. Se transmite tensión al espectador en todo momento, y esto prácticamente sin ningún diálogo. Cine puro, como le gusta a Nolan, defensor casi romántico del celuloide que afirma que si algo no se ve en una sala de cine no puede considerarse tal.
El reparto mezcla jóvenes actores desconocidos (Fionn Whitehead, Aneurin Barnard) con maestros ya consagrados (Kenneth Branagh, Mark Rylance) y habituales de Nolan (Cillian Murphy y Tom Hardy, por cierto con el rostro cubierto, como cuando interpretara a Bane). Incluso el cantante Harry Styles hace un debut cinematográfico bastante decente. Un reparto coral que sin embargo no renuncia a profundizar en los personajes, así como en la amistad surgida entre compañeros de desgracia, el comprensible trauma del soldado que huye y la misericordia de quienes lo acogen, o el sacrificio de quien pone antes la misión que la propia vida.
En su patente universalidad, la película tiene un sabor local inglés que se agradece, con los acentos, los modales y las escenas entrañables de soldados y marinos civiles gritándose su lugar de procedencia entre lágrimas. Y es que en los tiempos que corren —independientemente de las críticas que ha recibido por imprecisiones históricas— rescatar momentos heroicos en los que el ciudadano de a pie se arriesga por salvar al compatriota es un mensaje importante que no se debe dejar pasar. Dunkerque no fue una victoria, sino una retirada necesaria en que una nación se arriesgo por salvar a sus hombres. No está claro que algo semejante pudiera repetirse en nuestro tiempo.
Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor