Thor: The Dark World

(2013) EE.UU.
DIRECCIÓN Alan Taylor
GUION Don Payne, Robert Rodat, Christopher Yost, Christopher Markus y Stephen McFeely
MÚSICA Bryan Tyler
FOTOGRAFÍA Kramer Morgenthau
REPARTO Chris Hemsworth, Natalie Portman, Tom Hiddleston, Anthony Hopkins, Rene Russo, Kat Dennings

Dioses hermanos en acción

Normalmente las secuelas no están a la altura de las primeras partes. Pues ésta es una excepción. Es cierto que tiene muchos puntos débiles, pero es una película que entretiene de principio a fin y así cumple su objetivo, por lo que se le perdonan los huecos en la historia. No quiero sonar fácil, pero es que nuestros ojos sobreexpuestos a tanta historia audiovisual han hecho que pocas veces se salga del cine emocionado, con ganas de más. Si no sienten esa sensación desde hace mucho tiempo, recomiendo que tengan un break y vayan al cine a disfrutar de esta historia de «amor».

Es fácil que se la compare con otras películas de superhéroes de este año, como Man of Steel: ambos extraterrestres, ambos casi invencibles y ambos enamorados de una humana. Pero, sorprendentemente, Thor resulta mucho más «humano» que el Hombre de Acero, la audiencia se identifica con sus emociones, lo que vive. Además se manejan muy bien las dosis de acción y de humor; obviamente, el peso de la acción lo tienen Thor (Chris Hemsworth) y sus amigos, mientras que la comedia es insuperablemente manejada por su malvado hermano Loki (Tom Hiddleston) y  la humana Darcy Lewis (Kat Dennings). Y es que llenan tan bien la pantalla que cuando no aparecen simplemente parece que algo falta.

A estas alturas resulta realmente meritorio que las escenas de acción sigan sorprendiendo. Estamos llenos de ellas y, sin embargo, en este tema se vuelve a superar a la primera entrega de esta película: vemos muchos más efectos especiales, peleas con una mejor coreografía y brillantemente ejecutadas. Incluso gracias a esto por fin vemos a una Rene Russo más protagónica (que interpreta a la madre de Thor y Loki) que seguro no dejará indiferente a nadie.

Ahora bien, a pesar del subidón no todo son alabanzas, y es que hay una infinitud de coincidencias que parecen casi esas soluciones divinas –deus ex machina– tan aborrecidas en el mundo del guion desde Aristóteles, y que en este caso, como en la tragedia griega, también son dioses. Está claro que la segunda entrega de Thor no peleará por una estatuilla dorada en las categorías más importantes, y lo más probable es que en ninguna (ni técnicas), pero seguro dejará ese «no sé qué» de querer ver más o hasta de verla en más de una ocasión y con eso, en los tiempos que corren, ya se ha ganado muchísimo.

Juan Manuel Meneses

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