(2020) EE.UU.
DIRECCIÓN Antonio Campos
GUION Antonio Campos y Paulo Campos basada en la novela de Donald Ray Pollock
FOTOGRAFÍA Lol Crawley
MÚSICA Danny Bensi y Saunder Jurriaans
REPARTO Tom Holland, Eliza Scanlen, Robert Pattinson, Bill Skarsgård, Sebastian Stan, Jason Clarke, Riley Keough, Mia Wasikowska, Harry Melling, Haley Bennett, Donald Ray Pollock
Maldad sin matiz
El sur rural de West Virginia y Ohio, a mediados del siglo pasado. Una serie de personajes siniestros y circunstancias terribles rodean la infancia y juventud de Arvin (Tom Holland), quien intenta imponerse a la continua miseria que genera una comunidad protestante, hipócrita y llena de tragedias. Predicadores, veteranos de guerra traumados, policías corruptos y hasta morbosos asesinos en serie, todos desfilan en un elenco de episodios breves que no llegan a desarrollarse del todo.

El neoyorquino Antonio Campos adapta y dirige esta novela de Donald Ray Pollock (quien también funge como el narrador, y lo hace bastante bien) que es esencialmente maniquea. Los personajes son planos: los malos son siempre y en todo malos, y los buenos siempre y en todo buenos. Otra distinción es por la religión, omnipresente en la trama: todo el que cree en Dios es un malvado redomado, un estúpido sin remedio, o ambas. Un reparto de primer categoría termina desaprovechándose —con todo y sus logrados acentos sureños— ya sea porque, como Holland, no da notas distintas a su papel de chico bueno simpático (por más cara seria que pone), o por la poca profundidad de los personajes (el reverendo malvado que es Robert Pattinson, o el policía básico que es Sebastian Stan), o por el poco tiempo en pantalla (es el caso de Haley Bennet o Mia Wasikowska, cuyo nombre en el cartel es un puro truco de mercadotecnia, pues no llegan a los diez minutos en pantalla).

Aunque se buscan ciertos juegos del relato con el tiempo, la narrativa es tan poco sutil que termina por abusar de la figura del narrador, recurso fácil para que el espectador empatice con un protagonista reactivo y sin profundidad. En fin, se agradece que a pesar de la temática la película no sea tan explícita, pues realmente se nos ahorra mucho del morbo en el que al parecer la novela se recrea ampliamente. No puedo no compararla con una película de temática y ambientación similar, Tres anuncios en las afueras, que supo manejar también temas sórdidos pero con personajes interesantísimos y una trama nada predecible, lo que le daba un fondo que decía algo, siguiendo los pasos de la escritora Flannery O’Connor, quien vivió siempre en este ambiente sureño de posguerra en Estados Unidos y que lo retrato de modo grotesco, pero buscando siempre ese fondo real y humano que nos diga algo, y no solo lo sórdido por lo sórdido.