(2019) Estados Unidos
DIRECCIÓN Anthony Russo y Joe Russo
GUION Christopher Markus y Stephen McFeely
FOTOGRAFÍA Trent Opaloch
MÚSICA Alan Silvestri
REPARTO Josh Brolin, Robert Downey Jr., Chris Evans, Chris Hemsworth, Mark Ruffalo, Scarlett Johansson, Jeremy Renner, Paul Rudd, Brie Larson, Karen Gillan, Don Cheadle, Rene Russo, Tilda Swinton, Benedict Cumberbatch, Chris Pratt, Bradley Cooper, Vin Diesel, Zoe Saldana, Pom Klementieff, Dave Bautista, Tom Hiddleston, Tom Holland, Chadwick Boseman, Danai Gurira, Elizabeth Olsen, Sebastian Stan, Anthony Mackie, Jon Favreau
Punto y aparte
La esperadísima continuación de Avengers: Infinity War —que dejara a sus súperprotagonistas hundidos en el dolor de la pérdida de media humanidad tras un chasquido del villano Thanos— ha logrado no solo superar el récord de taquilla de primer fin de semana de su antecesora, superando los mil doscientos millones de dólares, sino lo que era más importante: cumplir con las expectativas de los innumerables espectadores, fans o no, que aguardaron un año para ver lo que parece ser un cierre de una narrativa que empezó hace once años con la primera película de Iron-Man.
Ya se sabe que estas películas no pretenden una autonomía narrativa, sino que están vinculadas entre sí. Esta no es la excepción y hay que haber visto, naturalmente, Infinity War y poco se entenderá si no se conoce la historia general de sus protagonistas, que se ha vertido en 22 películas a lo largo de estos años. El filme logra emocionar por sus bien logradas dosis de acción, su tono épico, momentos puntuales de comedia (aunque menos que en Infinity War) y el desarrollo de cada uno de los personajes principales, así como la oportuna inclusión de los no tan principales.
En ese sentido, el de Tony Stark/Iron-Man, auténtico protagonista de esta entrega, es un gran cierre; al Capitán América se le recupera con mucha fuerza (lo que no sucedía en Infinity War); Hawkeye reaparece con un conflicto interno demoledor (esa brutal secuencia de apertura) y Black Widow alcanza por primera vez una relevancia digna de un personaje fundador. Mucho menos afortunada es la presentación de Hulk, quien pierde su esencia de Dr. Jekyll/Mr. Hyde para brindar un personaje tan soso como funcional, y por supuesto de Thor, a quien Taika Waititi había recuperado en su divertida Thor: Ragnarok y que se robó el tercer acto de Infinity War y que aquí es convertido en un chiste que dura demasiado, con su barriga y su actitud derrotista, si bien es una evolución coherente del personaje y da pie a un encuentro madre-hijo que es de lo mejor de la película.
La trama acude —como era de esperar— al viaje en el tiempo aunque esquivando el problema de las paradojas, y consta de un primer acto oscuro, más bien lento y algo desconcertante; un segundo acto entretenido que de paso revisita momentos clave de estas películas a modo de despedida; y un tercer acto épico y lleno de emoción. De esta forma, tiene un buen ritmo in crescendo que consigue su impactante final con todo y epílogo lacrimógeno. Naturalmente no es el punto final del llamado universo cinematográfico de Marvel, pero sí una justa despedida al puñado de personajes que empezaron con él: sus sucesores están ya lo suficientemente impulsados con la apuesta de que duren más que el gusto de la audiencia por el cine de superhéroes, lo que parece que aún será un rato más.
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