Lo que queremos ver en un cine (o donde sea)
Las grandes películas son entretenidas pero a la vez profundas. Específicas pero universales. Así, con buena dosis de originalidad y sátira, es este segundo largometraje de los Daniels, Daniel Kwan y Daniel Scheinert, cineastas autodidactas que experimentaron mucho con los géneros breves de videoclip y cortometraje —lo cual es el mejor modo de aprender— antes de sorprender en 2016 con Swiss Army Man, que reseñamos en esta página. Esta vez mantienen su gran atractivo visual con una trama que mezcla, de un modo original, los que por otro lado son los principales temas que vemos en cine últimamente: un conflicto generacional intrafamiliar y, claro, el multiverso. Con ello logran la mejor película del año hasta ahora.

La trama sigue a unos personajes muy normales y aparentemente poco proclives a aventuras cinematográficas: una familia china inmigrante en Estados Unidos que debe poner en orden las facturas de su negocio de lavandería. La protagonista es Evelyn, la madre, a quien se le revela la existencia del multiverso —una variedad de universos en los que otras versiones de ella misma viven variaciones de su vida si hubiera tomado decisiones distintas— y la necesidad de que ella adopte habilidades de esas otras versiones para salvar al multiverso. A partir de ahí se explota la acción, la comedia y las muchas referencias cinematográficas, unas más obvias (Matrix o 2001: Odisea del Espacio), otras menos (Paprika); unas más dramáticas (el cine de Won Kar-Wai en general) y otras de risa loca (Ratatouille).

El de los Daniels se ha catalogado como cine maximalista (corriente reaccionaria al minimalismo) y ciertamente lo es. El excelente diseño de producción de Jason Kisvarday carga todo de detalles, hace de cada rincón un lugar especial y un manjar a los ojos en su cotidianidad, lo cual es recogido en cada universo por la cámara de Larkin Seiple. Muy destacables son los efectos especiales, característicos de los Daniels por su plasticidad y su realismo visual a la vez que absurdo: trabajan con un equipo de solo cinco personas que llevan a cabo todo los efectos, la mayoría de ellos no generados con computadora sino hechos con trucos reales y juegos de cámara.

El reparto también fue un riesgo, y uno que se agradece mucho. Michelle Yeoh es una estrella, pero no una que esperábamos que a sus 60 años hiciera una cinta donde fuera una heroína de acción. Desde luego esto es un nuevo pico, quizá el más alto, de su carrera. Ke Huy Quan, actor infantil en Los Goonies, desde entonces desaparecido y convertido en experto en secuencias de acción, recibe la oportunidad de su vida al interpretar al inútil pero noble Waymond, el esposo de Evelyn. Stephanie Hsu se luce con el rol de la hija, con el giro más sorprendente, y el veterano James Hong también cumple a la maravilla. Ahora bien, ver a Jamie Lee Curtis como una fastidiosa burócrata capaz de convertirse en luchadora ya es más de lo que podíamos pedir.

No hay duda de que quienes hicieron esta película lo pasaron muy bien haciéndola. Y uno lo pasa muy bien viéndola. Escuchar las risas o contener el aliento en una sala de cine es una experiencia colectiva por la que el cine debe existir, y por suerte aún hay cintas que lo brindan. La productora A24 sigue apostando por cine muy original y en este caso su éxito se vio confirmado en taquilla, ya se verá si en premios. La cinta también es muy clásica en su estructura (por algo funciona) y entre tanta violencia y complejidad cósmica (es una metáfora de nuestras mentes digitales tras internet, según afirman los directores) porta también varios valiosos mensajes. Por ejemplo: «Sé amable, especialmente cuando no sepas qué esta ocurriendo».
(2022) EE.UU.
DIRECCIÓN Y GUION Daniel Kwan y Daniel Scheinert
FOTOGRAFÍA Larkin Seiple
MÚSICA Son Lux: Rafiq Bhatia, Ian Chang, y Ryan Lott
REPARTO Michelle Yeoh, Ke Huy Quan, Stephanie Hsu, Jamie Lee Curtis, James Hong