(2019) EE.UU.
DIRECCIÓN Sam Mendes
GUIÓN Sam Mendes & Krysty Wilson-Cairns
MÚSICA Thomas Newman
FOTOGRAFÍA Roger Deakins
REPARTO George MacKay, Dean-Charles Chapman, Colin Firth, Benedict Cumberbatch, Mark Strong, Richard Madden
Con la cámara en ristre
En la Primer Guerra Mundial, dos soldados británicos son enviados desde su trinchera a adentrarse en territorio enemigo para avisar a un destacamento de 1,600 hombres que se dirigen hacia una emboscada. A partir de esta sencilla premisa, el director británico Sam Mendes (American Beauty, Camino a la perdición, Skyfall, Spectre) y el experimentado director de fotografía Roger Deakins (ganador del Oscar en 2018 por Blade Runner 2049, después de haber sido nominado 13 veces) logran una proeza cinematográfica de gran dificultad y enorme resultado. Y es que esta historia que abarca muchos kilómetros, enfrentamientos, batallas terrestres, batallas aéreas, regimientos enteros, momentos de acción y momentos de drama… toda, está contado en dos planos secuencia. Dos. (Visualmente claro está, en producción serán unos cuantos más, pero aun así).
Semejante hazaña obedece a una excelente dirección, de la mano de un manejo de cámara planeado al milímetro. Desde un género clásico como es el cine bélico, se reta al lenguaje cinematográfico, siguiendo a célebres precedentes como La soga (1948) del maestro Alfred Hitchcock, quien fue el primero en plantear una película en una sola toma, o Birdman (2014) de Alejandro G. Iñárritu, que también muestra toda la acción de su película (salvo la escena final) en una aparente sola toma, a pesar de que transcurren varios días en la historia. Aquí el reto es quizá mayor, pues si Hitchcock redujo todo a un apartamento, como si fuera una obra de teatro, e Iñárritu se limitaba a unos cuantos personajes en torno a un teatro de Broadway, 1917 sucede en las trincheras y en el campo de batalla, lo que consigue un resultado visual bastante imponente.
Con todo, esta película no se queda en una anecdótica pirueta cinematográfica, sino que ciertamente funciona como historia y en su conjunto, con un gran manejo del suspense, a pesar de que el espectador tenga que prestar cierta «suspensión de la incredulidad” para que todo case (un pelotón de soldados aparece de pronto para interactuar con los protagonistas y para desaparecer casi igual de súbitamente, o las múltiples peripecias a que sobreviven). La música de Thomas Newman es fundamental para celebrar el tono épico de toda película bélica que se precie. Los personajes son emotivos y bien interpretados por los jóvenes George MacKay y Dean-Charles Chapman, con el refuerzo de apenas cameos de rostros más célebres como Benedict Cumberbatch y Colin Firth. En fin, una forma logradísima en función de un fondo que no por ser común es menos emocionante: un moderno Filípedes —el soldado griego que corrió de Maratón a Atenas para dar un mensaje— que nos lleva junto con la cámara de trinchera a trinchera en una carrera contra el tiempo.
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