(2012) EE.UU.
DIRECCIÓN Oliver Stone
GUIÓN Shane Salerno, Don Winslow y Oliver Stone
MÚSICA Adam Peters
FOTOGRAFÍA Dan Mindel
REPARTO Benicio del Toro, Salma Hayek, John Travolta, Blake Lively
Oliver got Stone
Oliver Stone. Al escuchar ese nombre el espectador suele pensar en buen cine, incluso original. Lo más probable es que le vengan a la mente esas grandes películas como Platoon o Wall Street. Pero, al parecer, esos años de Stone ya pasaron. Últimamente ha realizado películas más puramente comerciales, y esta útlima entrega, Savages, es el culmen de lo que se podría definir como cine de verano: un film fácil que, como mucho, ayuda a pasar el rato.
Dicho esto e intentando no parecer fatalista ni dármelas de conocedor cinematográfico criticando al que, a pesar de todo, es un grande del cine, intentaré empezar destacando lo mejor de esta última entrega. Lo mejor: las actuaciones de Benicio del Toro y Salma Hayek. Ambos son impecables y logran papeles memorables, en especial del Toro interpretando a un matón mexicano que trabaja para los narcotraficantes y que no pretende ser el más inteligente de todos, una inteligencia del montón, pero con un toque de suerte y de “buenos” amigos. Salma Hayek hace el papel de Elena, la “madrina” del narcotráfico con ese toque distintivo de la mujer latina, fuerte, de armas tomar –literalmente- pero que en el fondo es dulce, además de un toque temperamental que hace que su personaje no sea lineal. Me gustaría decir lo mismo de John Travolta, pero no me termino de creer su papel. Aparece en la pantalla y siento que estoy en una comedia, ha perdido seriedad. El resto de otros actores, incluida Blake Lively, pienso que están ahí solo por su físico y no por sus grandes dotes actorales.
La música está muy trabajada y pensada. Sin embargo, no es muy acorde a lo que vemos en pantalla; por ejemplo, las imágenes de O (Blake Lively) comprando en un mall, con primeros planos de la tarjeta de crédito pasando por la maquinita y bolsas de marcas conocidas con música instrumental inquietante. Y después de toda la tensión que ha mostrado, la película acaba con un cover de Here Comes the Sun de The Beatles, una gran canción, pero que simplemente no viene al caso.
Cuando se tiene una historia nada novedosa y sin grandes giros dramáticos se toman medidas desesperadas para llenar las salas de cine. Además de contratar a actores conocidos y atractivos físicamente, se les regala a los espectadores violencia y sexo de forma gratuita e innecesaria. Es mejor no enseñar todo, de lo contrario esas realidades pierden fuerza: las matanzas, las escenas de sexo que no aportan nada a la película, y esas sábanas que quedan justo en la zona calculada para que no se vea nada y a la vez se vea todo. Ya se sabe que el mundo de las drogas es duro y complicado, hay muertes, pero no está claro qué más quiere aportar esta película. Toca el tema de la droga, a la vez, de un modo muy ligero; al parecer, se puede vivir bien del narcotráfico siempre y cuando tengas un perfil bajo. Por otro lado, plantea que hay un grupo de la juventud actual de Estados Unidos que está sumamente afectado por la guerra, e incluso llega a parecer normal que tengan armas, granadas, y no tengan ningún problema en matar, es más, algunos ven matar como la única salida. Eso simplemente no es normal. Y la otra cara de los jóvenes es ser sumamente buenos, buscar la paz y salvar al mundo. Ni lo uno, ni lo otro. El mundo está lleno de matices, de grises y aquí cada uno es un estereotipo y cumple su papel “a la perfección”. La gente real no es así.
Y el culmen, siento adelantarlo, es presentar dos finales: primero uno, se da marcha atrás y se vuelve a repetir la escena. El primer final era raro pero al menos un tanto original, el segundo fue lo más Hollywood que hay, incluso hace reír, y no una buena risa. Vivieron felices para siempre, justo como sabes que va a acabar desde el principio, con ese voice over de Blake Lively que va relatando cada escena, y que te vuelve a contar lo ocurrido por si en algún momento no te quedó claro. También llega a causar gracia cómo intentaban encajar con calzador diálogos para que se diga la palabra “salvajes”.
Sé que al principio dije que intentaría destacar lo mejor de la película, y creo que no he conseguido decir muchas cosas positivas. Pero ésta es la última película de Oliver Stone: no hay más que mucha violencia, sexo, jóvenes atractivos y explosiones, con una historia contada un sinfín de veces antes y, claro, mucha droga. Si quieren no pensar, esta es su película.
Juan Manuel Meneses