(2011) EE.UU.
DIRECCIÓN Sean Durkin
GUIÓN Sean Durkin
MÚSICA Danny Bensi, Saunder Jurriaans
FOTOGRAFÍA Jody Lee Lipes
REPARTO Elizabeth Olsen, John Hawkes, Sarah Paulson
Marcada
Muchos dicen que es una de las mejores películas del año, otros incluso la consideran una obra maestra. De momento digamos que puede ser una película difícil de ver. Cuando la imagen se funde a negro y se encienden las luces del cine, la cara de los espectadores no es de especial satisfacción, más bien parecen un poco confundidos. Sin embargo, conforme uno sale de la sala va pensando, en la puerta de salida ya le va gustando más y uno cree que la ha entendido. Al día siguiente lo más probable es que uno la recuerde, y tenga un buen sabor de boca…
Martha es una chica que ha quedado traumatizada después de vivir en una extraña comunidad en el campo con desconocidos regida por Patrick, especie de “jefe de la tribu”. Con delirio de persecución y atormentada por los recuerdos, se va a vivir con su hermana y el esposo de ésta, sin saber qué vida era mejor. Sean Durkin (guion y dirección) consigue con este trabajo presentar las consecuencias y las marcas que dejan las violaciones y otras experiencias similares, como confusiones mentales. Muestra que lo que rodea a las personas les afecta en el exterior, pero sobre todo en el interior.
La actuación de Elizabeth Olsen en el papel de Martha es simplemente fantástica. Sorprende a cualquiera, y resulta extraño que apenas ahora esté tomando este tipo de papel protagónicos. (Y no, no vale la pena compararla con sus hermanas gemelas: sería un poco denigrante para la joven Elizabeth). En cuanto al líder de esa pequeña comunidad o secta, Patrick, interpretado por John Hawkes; sin querer parecer muy emocionado, me atrevo a decir que uno de los fines por los que nació Hawkes fue para hacer este papel. Consigue que por momento lo odies y te parezca repugnante, y en otros momentos, por ejemplo cuando le canta a Martha -gran canción por cierto, Marcy’s Song- llegas a pensar que ella le interesa, e incluso casi consigues comprenderlo y empatizar con él.
Respecto a las partes más técnicas de la película, la fotografía está muy bien cuidada en todo momento. Además tiene cierto protagonismo, ya que no se diferencia en ningún momento el tratado de la imagen en las dos partes que podemos dividir la historia: los flashbacks de cuando Martha estaba en el bosque y cuando se encuentra en casa con su hermana. Pienso que con eso se pretende contar algo, y uno como espectador decide cuál de las dos situaciones es más correcta. En ambos casos se pretendía controlar a Martha, imagen de una alienación del hombre que no resulta nueva en la historia de las ideas. Y es lo que ocurre, su hermana Lucy -interpretada por Sarah Paulson- le dice cómo vestir, peinarse y comportarse. Patrick, por otro lado, la domina, le dice que debe abrirse más, darse a conocer, qué hacer, etc. Aún así, en casi todos los momentos del bosque -salvo en la parte de la “iniciación”, que es más bien una violación- la gente parece feliz viviendo de ese modo. Presenta otra propuesta de vivir, en la que uno puede decidir.
La música, escasa, cuando interviene es perfecta, y la única vez que escuchamos la voz de los actores cantar -aunque tocan la guitarra en más de una ocasión- es cuando Patrick le canta a Martha, después de su primera vez. Ese momento que consigue hacer creer que Patrick la quiere de verdad, para luego descubrir que es un ritual que hace con todas las mujeres de esa comunidad.
A pesar de tratar temas fuertes, como pueden ser los del dominio, un existencialismo vital, violaciones, etc., Sean Durkin lo hace de forma sutil. En muchas películas la violencia se da casi de manera gratuita y habitualmente sin muchos motivos. Durkin hace todo lo contrario, muestra poco, así deja que el espectador piense, y quizás eso hace que sea fácil identificarse con Lucy, por ejemplo, porque no sabe a lo que se está enfrentando, sabe que su hermana ha desaparecido por dos años, y que ese tiempo la ha cambiado y afectado su forma de ver la realidad, y al inicio el espectador conoce lo mismo que Lucy. Hay escenas en que no queda claro hasta qué punto son reales o no, lo cual contribuye a la confusión que sufren los personajes.
Hay escenas y momentos de tensión muy bien tratados. Como cuando Martha está aprendiendo a disparar, o cuando asesinan a un señor que solo quería echarlos de su casa que estaban invadiendo. Sin mostrar mucho, pero lo suficiente, impactan. Se echa de menos algo de desarrollo: se presenta el caso de Martha, pero se quedan muchas incógnitas sin resolver. A partir de un momento la película ya no avanza, y uno desea que ocurra algo más. Es una sensación de resolución que quizás estamos muy acostumbrados a ver y aquí, tras tanto sufrimiento, se echa en falta un poco de “vivieron felices para siempre”.
Juan Manuel Meneses