(2006) EE.UU.
DIRECCIÓN Gabriele Muccino
GUION Steve Conrad
MÚSICA Andrea Guerra
FOTOGRAFÍA Phedon Papamichael
REPARTO Will Smith, Jaden Smith, Thandie Newton
Felicidad mal escrita
Dicen que el dinero no da la felicidad, pero no cabe duda de que ayuda. Eso es lo que confirma En busca de la felicidad (The Pursuit of Happyness, 2006), que con ese sugerente título tomado expresamente de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos nos presenta una historia al más puro estilo del sueño americano.
La premisa francamente es atractiva: Will Smith protagoniza un drama basado en una historia real en la que interpreta a Chris Gardner, un hombre que en el San Francisco de principios de los 80’s lucha por sacar adelante económicamente a su familia en unas duras circunstancias, intentando vender una absurda y pesada máquina médica de consultorio en consultorio cada día, tras dejar a su hijo en una guardería del barrio chino en la que la palabra “felicidad” está mal escrita. Luchando por una vida mejor, Gardner consigue entrar en un exigente programa de entrenamiento de seis meses sin sueldo para convertirse en agente de bolsa, mientras intenta sobrevivir y sostener a su hijo después de que su mujer les abandone. Un sueño americano que, sugerentemente, está dirigido por un cineasta italiano, Gabriel Muccino, lo que quizá explique que la película recuerde en momentos a la relación de juego entre el Guido de Roberto Benigni y su hijo Giuseppe en La vida es bella y, sobre todo, a la relación entre padre e hijo del clásico neorrealista El ladrón de bicicletas. Porque esta es una historia de superación tanto como es una historia de un padre y su hijo.
¿El problema? Que no termina de coger fuerza. El tono a veces confunde y hay momentos que no sabemos si son de comedia o de drama, de alivio o de tensión. Y la capacidad de tener mala suerte del protagonista durante toda la película roza lo inverosímil: que la puerta del metro se le cierre con su brazo dentro y su preciado escáner fuera; que tenga que ir a la entrevista de su vida manchado de pintura, en camiseta interior y recién salido del calabozo por no pagar las multas de aparcamiento; o que no tenga ni un lápiz para escribir cuando le dan un esperadísimo número de teléfono, es simplemente demasiado. Esta reiteración de desgracias nos llevan a que Will Smith corra desesperado por las calles de la ciudad en más escenas que en sus mejores películas de acción.
Quizá el mayor acierto sea lo que es también su principal atractivo: la interpretación de Will Smith hecha a medida de Oscar, aunque tuvo que conformarse con la nominación. Smith nos da grandes momentos como esa hermosa escena en el baño del metro, cuando él y su hijo tocan fondo, o el emotivo clímax de la película. De paso debuta el que es su hijo en la vida real, Jaden Christopher Syre Smith, que con sus cinco añitos hace méritos suficientes para estar en el reparto por derecho propio. La familia la completa una demasiado amargada Thandie Newton que no colabora a dar matiz a esta película que tanto lo hubiera agradecido. En resumen, felicidad, sí, en esta película, pero es una pena que, prometiendo tanto, le resten puntos sus “faltas de ortografía”.
Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor