(2018) EE.UU.
DIRECCIÓN J.A. Bayona
GUION Dereck Connolly & Colin Trevorrow
FOTOGRAFÍA Oscar Faura
MÚSICA Michael Giacchino
REPARTO Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Rafe Spall, Daniella Pineda, Justice Smith, James Cromwell, Toby Jones, Geraldine Chaplin, Isabella Sermon, Jeff Goldblum
Salvar a los dinosaurios
En la acelerada evolución de los formatos audiovisuales y con la necesidad de mantener el negocio millonario del cine comercial, el sueño de todo estudio es poder establecer una saga. Una continuidad de películas que asegure una audiencia que espera ansiosa la siguiente entrega de su universo narrativo. Están por supuesto Star Wars y el universo Marvel; Harry Potter continuó su saga con Animales Fantásticos; y hacer tres películas de El Hobbit llevaba la intención de estirar la saga tolkeniana lo más posible. La que nos ocupa aquí sigue la estela de un hito del cine, Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993), que completó una trilogía, posteriormente se retomó el concepto con Jurassic World y ahora pretende volverse saga con la continuación de esta.
Han pasado cuatro años desde el desastre ocurrido en el parque de atracciones Jurassic World que dejó a los dinosaurios libres en la Isla Nublar, solo que ahora un volcán amenaza con hacer erupción y acabar con todas las prehistóricas criaturas. Claire Dearing (Bryce Dallas Howard), ex gerente del fallido parque convertida en activista pro-dinosaurios, busca salvar a estas especies, para lo que viaja a la isla junto a su ex-novio y entrenador de velocirraptores Owen Grady (el siempre divertido Chris Pratt) auspiciados por un sospechoso benefactor (Rafe Spall) que trabaja para el filántropo Benjamin Lockwood (James Cromwell), antiguo colega de John Hammond, el fundador original de Jurassic Park. ¿Qué podría salir mal?
La dirección de la película fue confiada a J.A. Bayona, el más comercial y spielbergiano de los directores españoles —lo digo como elogio—, que tras el éxito de El orfanato (2007) saltó a Hollywood con la producción española de factura internacional Lo imposible (2012) y se consolidó con la fantasía de Un monstruo viene a verme (2016). Bayona y sus colaboradores habituales trasladan a trepidantes secuencias el guion de Dereck Connolly y Colin Trevorrow (autores de esta ampliación de la saga, incluso Trevorrow dirigió Jurassic World) que contiene los elementos comunes a este tipo de películas: el romance divertido de los héroes principales, un villano con intenciones ocultas, niños (en este caso es solo una), personajes secundarios como alivio cómico y una trama que gira en torno a los dinosaurios que escapan haciendo que todo se salga de control.
Sin llegar al nivel de su inmediata predecesora, que supo jugar con la nostalgia de Jurassic Park y dio vida al ansiado proyecto de un parque de atracciones en funcionamiento, esta entrega es también hija de su tiempo, de ahí la importancia de los personajes femeninos centrales —además de la heroína que interpreta Bryce Dallas Howard luce la joven científica feminista Daniella Pineda (Zia Rodriguez) y la pequeña nieta de Lockwood (Isabella Sermon), clave en la trama— y sobre todo el enfoque animalista. Y es que los dinosaurios no son aquí terrorífica amenaza, sino las víctimas que los héroes quieren salvar; algo similar a lo que pasa en la reciente trilogía de El planeta de los simios —otra saga— sobre lo que escribí hace varios años. Es encomiable el esfuerzo por adaptar esta trama a los tiempos que corren, aunque no está claro que la audiencia esté preparada para encontrar adorable a un velocirraptor.